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sábado, 5 de enero de 2019




       
          


             CINE PERUANO: Escuelas de Lima y de Cuzco



Asu nare 1



                  Actualmente se estrenan  en Perú una media entre los 25-30 largometrajes nacionales de ficción, de los que normalmente solo diez  de ellos superan los 100 000 espectadores y que han conseguido interesar a los espectadores con notables éxitos de taquilla. Como ¡Asu mare! (2013), dirigida por Ricardo Maldonado, comedia basada en un monólogo de Carlos Alcántara, que interpreta su personaje; fue la película más vista ay dio lugar a una saga, ¡Asu mare 2! (2015), también dirigida por Maldonado, que fue récord de taquilla con 3 085 000 espectadores, y ¡Asu mare 3! (2018), dirigida por Jorge Ulloa, siempre con Carlos Alcántara que, como en la anterior, incluye escenas ficticias, junto a las de su vida, y que superó los 2 000 000 de espectadores; Los 40 (2014), comedia dirigida por Bruno Ascengo sobre ocho personas que tienen en torno a los cuarenta años, que fue vista por 1 500 000 o Locos de amor (2016) de Frank  Pérez-Garland, original comedia musical que alcanzó 1 220 000 espectadores. Mantienen una producción de calidad. Como vimos en Cannes en la sección “Un certain regard, con Octubre (2010) de los hermanos Diego y Manuel Vega, una historia en la línea de Balzac, sobre un usurero que nos permite conocer los bajos fondos de Lima; La teta asustada (2009), segunda película de Claudia Llosa, sobre la guerra de Sendero Luminoso y la violencia sobre las mujeres; seleccionada en Berlín; o la premiada Winaypacha (2017) dirigida por  Oscar Catacora, sobre una pareja de ancianos que mantiene sus tradiciones, estando hablada en aimara.            

         Perú carecía de tradición industrial en el cine, cuando surgió el nuevo cine iberoamericano, del que va a formar parte. En los años 60 se redactó un proyecto de Ley de cine, pero eran tiempos convulsos política y socialmente. En 1962 un golpe militar terminó con un periodo liberal que había durado cinco años.  Se sucedieron otros dos golpes militares, hasta que, en 1980, tras elecciones, accedió a la Presidencia, Fernando Belaúnde Terry. En 1972 se había aprobado la Ley de Cine y creado en 1973 la Comisión de Promoción del Cine (COPROCI). Actualmente el fomento del cine es realizado por la Dirección del Audiovisual, Fotografía y Nuevos Medios del Ministerio de Cultura. En Lima se realizaban cortos, documentales, siendo excepciones los directores de largometrajes, como Armando Robles Godoy, Lombardi, el director más creativo del Perú y García Hurtado. El centro de producción era Lima, reforzando el dicho "Perú es Lima y Lima es el Perú".  En Cuzco, surgió un grupo de autores, liderados por Luis Figueroa, que desarrolló un cine enraizado en los orígenes del Perú.


Autores de Lima







       El escritor, cineasta y periodista Armando Robles Godoy inició estudios de Medicina, pero su vocación le llevó a instalarse como colono en Tingo María. Esta experiencia le sirvió para escribir sus novelas y para su cine. Dirigió tres largometrajes en los que está su pasión por la selva y la vida en el campo. Descubre el lenguaje del cine a medida que rueda, lo que le da espontaneidad y un tono amateur. En la selva no hay estrellas (1965), basada en un cuento suyo, narra el robo de unas láminas de oro a una anciana que vive en la selva. El ladrón escapa de sus perseguidores, pero su verdadero enemigo es la selva, que le acecha y rodea de manera impenetrable. Robles Godoy adaptó otra novela suya, La muralla verde (1969) con la misma temática. Mario, cansado de su vida en Lima, se traslada con su mujer y su hijo cerca de la selva, junto al río Huallallaga, dedicándose a criar ganado, donde los problemas con los funcionarios son mayores que los que crea la selva. El misterio, el suspense y el simbolismo, son más evidentes en Espejismo (1972), sobre la amistad de dos niños en Ica, al sur de Lima. Robles Godoy representa un cine comercial de ideas, y se nota que su película predilecta es La señorita Julia (1950) del sueco Alf Sjöberg.



Muerte al amanecer

              En esta época inicia su actividad cinematográfica, Francisco José Lombardi, que había estudiado en la Escuela de Cine de Santa Fe (Argentina), dirigida por Fernando Birri. En su primer largometraje, Muerte al amanecer (1977), se basa en un hecho de la crónica de sucesos, método que repetirá en el desarrollo de su poética de la violencia. El protagonista es un violador y asesino de niños, el “monstruo de Armendáriz” y la acción transcurre en un penal situado en una isla. El tema principal no es la actividad criminal, centrándose Lombardi en las últimas doce horas de vida del condenado. La acción se desarrolla en tres niveles: a) los invitados a la ejecución, que beben y se divierten, mientras esperan; b) el teniente Molfino, que manda a los fusileros que ejecutarán la sentencia. Morfino habla con el reo y duda de su culpabilidad y c) el condenado en su celda, aterrado ante su muerte. Es una dura denuncia de la pena de muerte y del estado de la justicia peruana. Tras el éxito de esta película, Lombardi realiza la dirección de un conjunto de largometrajes bien acogidos, que inicia con Muerte de un magnate (1980)
 
           Es interesante Kuntur wachana (Donde nacen los cóndores, 1975) de Federico García Hurtado, centrada en la problemática de los habitantes de los Andes, el diálogo es en quechua y español. Un viejo sindicalista llega a una extensa hacienda de Huacán, en los Andes, para crear un sindicato que apoye a los campesinos indígenas explotados. Es asesinado y también el líder que le sucede, pero los campesinos ven llegar los cóndores, símbolos de la fuerza, señal de que van a vencer.  Es una experiencia válida de búsqueda indigenista.

La Escuela de Cuzco


Kukuli



            Estuvo formada por un grupo de directores de esta ciudad, que inició sus contactos con el cine en el Cine-club Cuzco. Realizaron unos interesantes cortos, inspirados en las raíces incas, en 16 milímetros y utilizaron de manera expresiva el color. La película de largometraje más significativa es Kukulí (1960), dirigida por Luís Figueroa con la colaboración de Eugenio Nishjyama, un destacado fotógrafo, César Villanueva, también director de cine y Elio Galli; este grupo con los hermanos Chambi son los impulsores de la escuela de Cuzco. Kikuli es un buen ejemplo del color en el cine, que identifica los paisajes y la atmósfera de Paucartambo, en los altos de Cuzco. Inspirada en leyendas y hablada en su mayor parte en quechua. La protagonista, Kukuli, es una pastora en la montaña, que en una fiesta se encuentra con Alako. Enamorados se unen, pero el mítico oso mata a Alako. Los campesinos matan al oso, que antes provoca la muerte de Kukuli.  Dotada de una profunda poesía, los elementos etnográficos poseen gran impacto emotivo.


Chiraq´e batalla ritual


         Figueroa se dedicó al corto con temas de la región: Semana Santa en Atachcho (1963), Q´eros (1964), A nueve años (1966), Titicaca (1973) 0 El reino de los mochicas (1974). Luego realizó la película Chiaraq’e, batalla ritual (1974) documental etnográfico, sobre una tradición de los indígenas en la zona montañosa de Cuzco. La celebración de la fiesta con un enfrentamiento a pedradas entre dos grupos. Muestra los preparativos, con libaciones alcohólicas, y la batalla en la que siempre hay heridos y, en ocasiones, muertos. Las mujeres cantan y al fin recompensan a los vencedores. La fiesta es la denuncia, una vez al año, de los abusos de sacerdotes y caciques. La película fue prohibida por el Gobierno Militar, contrario a reconocer la existencia de esta bárbara costumbre.

      El interés por los campesinos en los Andes le llevó a adaptar una novela de Ciro Alegría, Los perros hambrientos (1975), mostrando los abusos de los terratenientes y la triste realidad. El sufrimiento de los perros es una prolongación del de los pobres campesinos. La obra de Figueroa revela con autenticidad un universo marginal. Adopta la novela de José María Arguedas en Yawar fiesta (1979), choque de culturas de los campesinos de la Sierra Central y la que representan las autoridades de Lima con motivo de la prohibición de las corridas de toros. Luis Figurroa es el representante más destacado de esta corriente de creación.














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