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domingo, 17 de enero de 2016

Atrapados por las series





       ATRAPADOS POR LAS SERIES 



False flag, Making a murderer, Guerra y paz y Vinyl






           Cada época tiene los géneros de series acordes con su forma de entender la vida y de vivirla. Se han sucedido series de médicos,  de policías, detectives, de abogados y juicios. Ahora somos adictos a las series políticas y nos atraen los elementos dramáticos de la política y del poder y sobre todo el descubrimiento de políticos corruptos, desde El ala oeste de la Casa blanca hasta House of cards o Borgen. Incluso Homeland, basada en la serie israelí Secuestrados, un thriller que se desarrolla en el campo de la política al establecerse una competencia entre dos departamentos gubernamentales de investigación, la CIA y el dependiente del Pentágono.  Ahora nos atrae una serie de suspense de fondo político, False flag ( Aroutz 2, 2015), basada también en una serie israelí, Kfulim (Bajo falsa bandera), creada por Amit Cohen y Maria Feldman.  Los rostros  de cinco israelíes aparecen en los televisores y los propios ciudadanos fotografiados contemplan perplejos la pequeña pantalla donde se enteran que ellos han raptado al Ministro de Defensa iraní en un hotel de Moscú, cuando realizaba una visita de incógnito, pero ellos no han estado nunca en Moscú. Se acusa al Mossad y el Shin bet, servicio de seguridad interior de Israel, investiga. Hay muchas contadiccines y lagunas en sus coartadas, imágenes de cámaras de video vigilancia que muestran a los acusados en Moscú,y estos no entienden lo que está sucediendo. Buen triller dramático con imágenes que nos descubren el interior de los personajes ,y una sutil información de la política internacional y de los servicios secretos, que trabajan clandestinamente en otros Estados y procuran que aparezcan como culpables terceros inocentes. Ya hay encargada una segunda temporada y acuerdos para hacer una versión en Hollywood.




           Una serie documental, Making a murderer (Netflix, 2015), trata sobre dos crímenes y un juicio. No la protagonizan políticos, pero es una denuncia política de la policía y el sistema judicial a los que se pretende acusar de corrupción y al fiscal  de equivocado. Transcurre en el corazón de América, en el Estado de Wisconsin. sus dos creadoras y  directoras, Laura Ricciardi y Moira Demos, han realizado una excelente investigación durante diez años de imágenes y documentos, muchos de ellos de difícil recuperación por estar en sistemas de archivos anticuados y un buen rodaje complementario. Es la historia de Steven Avery condenado por  violar y matar a una joven. La serie empieza cuando tras 18 años en la cárcel, regresa a su pueblo declarado inocente por unas pruebas de ADN. que entonces no se pudieron realizar, remarcando el error policial. Pero al cabo de poco más de un año otra mujer aparece asesinada en su coche junto a la casa de steven Martin que es condenado de nuevo.  La serie tiene calidad, capta el interés de la audiencia, refleja el submundo al que pertenece Avery con un ritmo adecuado al relato, con pausas, como en la realidad, que nos permite seguir los pensamientos en los interrogatorios.  Levantó polémica en EEUU, pero en  el documental no queda clara la inocencia o la culpabilidad, aunque las autoras parecen querer hacer la defensa de Steven Avery. Recuerda a la serie documental Paradise lost, rodada  en tres entregas  a lo largo de casi veinte años, sobre el asesinato de tres niños en un bosque de Arkansas. y la condena como autores de dos jóvenes a los que la serie trata de exculpar, demostrando que no hay pruebas , en opinión de los documentalistas. Esta trilogía fue emitida por HBO , la primera parte en 1996 y las siguientes en 2000 y 2011.




       Frente a la estética del feismo que caracteriza a  Making a murderer, se alza la belleza suntuosa de  Guerra y paz (BBC y la norteamericana Weinstein Company, 2015), adaptación de la hermosa novela de León Tolstoi, que todo el mundo conoce, pero que pocos han leído. La serie describe con detalle la sociedad rusa, la aristocracia, los mundos personales de distintos personajes, el dolor de la guerra, las brutales campañas y el heroísmo de la sociedad rusa amenazada por Napoleón. Tolstoi conocía muy bien esta sociedad y la política. En su opinión "es fácil hacer leyes, lo difícil es gobernar". La novela fue editada en fascículos entre 1865 y 1869. Ha sido rodada en Letonia, Lituania yRusia, tiene maravillosos bailes en esplendidos salones de los palacios, uniformes brillantes, arrogantes caballos de los militares, escenas en el Palacio de Invierno de San Petersburgo y las batallas y cuidadas escenas íntimas de los protagonistas. Han trabajado 150 actores y 600 extras. Destaca  su vestuario, en este momento que tanto se aprecia el de épocas anteriores, como en La chica danesa, seleccionada este año en los premios Oscar o en la serie de BBC, Downton Abbey. La adaptación es extraordinaria pensada para grandes audiencias, por lo que solo hay algún púdico desnudo y se debe al excelente escritor galés Andrew Davies, autor de la original novela Marmalade Atkinsons y de numerosos guiones para  televisión, como la adaptación de Orgullo y prejuicio. Es bastante fiel a Tolstoi, aunque siempre el director o los adaptadores incluyen alguna escena propia para aumentar la tensión dramática. No confundir con la serie Guerra y Paz, que produjo la BBC en colaboración con la televisión de Yugoslavia en 1972, protagonizada por Anthony Hopkins.




             La fusión moderna de la televisión con el cine está clara en Vinyl  (2016), una coproducción de Martin Scorsese y Mick Jagger para HBO. Es una serie, que se puede considerar musical en cierta medida, una creación de Terence Winter, buen guionsta al que se deben películas como El lobo de Washington y series como Los Sopreno o Broadwalk Empore. Martin Scorsese ha dirigido incluso el primer episodio. Transcurre en los años 70, llenos de energía, frenética vitalidad, bandas musicales, drogas y sexo, trasladándonos de Atlantic City a Nueva York. El protagonista (Bobby Cannavale) ayudado por su esposa (Olivia Wilde) tratan de sacar adelante el sello American Centry Records,empresa situada en Broadway,  dedicada al rock´n´ roll puro, cuando se popularizaban el punk, el hip.hop y el disco. Una visión de aquella sociedad, de los gustos de la juventud y de las bandas musicales, interpretando James Jagger, el hijo de Mick, el líder de una de esas bandas. Un relato bello y entretenido. Aunque pese al buen episodio primero la trama no conectó con el público por lo que se suspendió su continuidad.  

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