Páginas TEMARIO

sábado, 2 de junio de 2018





       
             

                        MAESTROS  DEL CINE NORTEAMERICANO

                            La generación perdida
   


Con faldas y  a lo loco


       A principios de los 50 surge un nuevo modelo de producción con los productores asociados y òs independientes. Presentaban sus proyectos a los Estudios, que se limitaban a financiar y distribuir. Estos productores son los que crean el nuevo Hollywood. Aportaron nuevos temas, más inconformistas, la denuncia de la corrupción y  segregación racial, incorporando a nuevos directores. Hubo una búsqueda formal y el reconocimiento a los directores de su condición de autores. Un grupo de grandes directores fueron reconocidos como maestros por los jóvenes directores norteamericanos y especialmente por la nouvelle vague y las nuevas olas de directores de los 60 en todo el mundo. Directores destacados de los años 40 conservan su capacidad innovadora con un lenguaje comprensible en todo el mundoBilly Wilder es autor de Con faldas y a lo loco (1959), una comedia que responde a su idea de que lo más importante es el guion y realizar una película entretenida, inverosímil, que Wilder convierte en una divertida y espléndida farsa. Wilder realizó a continuación El apartamento (1960), su obra maestra, combinación de comedia ácida y drama con toques románticos. Desvela la falta de moral de los altos ejecutivos y las reacciones humanas, entre el joven Jack Lemmon, Shirley MacLaine y Fred MacMurray. O Bandeja de plata (1966) con Jack Lemmon y Walter Matthau, una comedia dura. Corrosiva y divertida. 



Vacaciones en Roma


    . Al final de su carrera Howard Hawks dirigió un western moderno, con tono de thriller, Río Bravo (1959), alejado de los clichés del género. Presenta al sheriff (John Wayne) como un honrado funcionario que cumple su oficio, ayudado por un borracho (Dean Martin). El tema de la amistad está narrado con sentido del humor. También con John Wayne realiza Hatari (1962), película sobre la esperanza y la amistad y con John Wayne en su papel de defensor de la justicia en dos westerns, El Dorado (1965) y su última película, Río Lobo (1970). Una comedia ligera Vacaciones en Roma (1954), confirma la pericia de William Wyler en la construcción de personajes con un tema que muchos creían reservado para Capra o Lubitsch. Relata la escapada de incógnito en Roma de una princesa (Audrey Hepburn), en visita oficial, que conoce a un periodista (Gregory Peck). Y muestra su talento para la puesta en escena en Ben-Hur (1959), premiada con once Oscar, Horizontes de grandeza (1964), confrontación por el problema del agua en los ranchos y en Funny girl (1968) con Barbara Streisand logra un modelo de musical.

            


Un americano en París

 Con Anatomía de un asesinato (1959) Otto Preminger revive su éxito de Laura (1944), adaptando un “best-seller” de Robert Traver. El juicio a un teniente (Ben Gazzara) acusado de haber matado a un “barman” sospechoso de haber violado a su mujer (Lee Remick). Participó en la etapa de superproducciones con Exodus (1960), que le convierten en un director muy popular entre el público, pero que le alejan de la crítica que le había aclamado por films tan rigurosos como Cara de ángel (1952) y que recupera con Tempestad sobre Washington (1962). El empleo del color y de la profundidad de campo, junto a la comprensión del mundo de los jóvenes y el dominio del cine musical, caracterizan a Vincente Minnelli, como muestra los musicales, Un americano en París (1951) con Gene Kel>Leslie Caron y Melodías de Broadway (1953) con un fantástico Fred Astaire y Cyd Charisse, o en un género distinto, Cautivos del mal (1951), drama sobre el mundo del cine con Kirk Douglas, Como un torrente (1958), melodrama sobre la desilusión en una pequeña ciudad, en la que la más desdichada es la joven y cándida prostituta (Shirley McLaine).  Su acierto sigue en sus siguientes películas, Con él llegó el escándalo (1960) y Dos semanas en otra ciudad (1962). Soberbio director de actrices, George Cukor, dirigió obras excelentes con Katharine Hepburn, Judy Garland o Joan Crawford. Muestra su habilidad una vez más con Marilyn Monroe en Un multimillonario (1960), comedia muy próxima al musical de Broadway y aún tuvo oportunidad de tener otro gran éxito dirigiendo a Audrey Hepburn en La bella dama (1964). Y termina su carrera el legendario director del cine de aventuras y maestro del ritmo, Raoul Walsh, legendario pionero, director de más de cien películas, con gran fuerza expresiva como en Murieron con las botas puestas (1941) o El último refugio (1942), dirige aún Una lejana trompeta (1964), western de caracteres, que se ha valorado con el transcurso de los años.



Vértigo

   Otros directores siguen abriendo nuevos caminos al cine, Hitchcock, Ford y Welles, estando entre los autores preferidos por la nouvelle vague. Alfred Hitchcock,  despierta el interés y el respeto unánime por su lenguaje personal y su capacidad de innovar en cada plano y encuadre en todas sus películas, que le convirtieron en el icono principal del nuevo cine europeo. Ya libre de las presiones de los productores, cosechó el éxito con el brillante ejercicio llevado a cabo en el thriller, La ventana indiscreta (1954), con un periodista, James Stewart, en silla de ruedas y una pierna escayolada, que observa con sus prismáticos a los vecinos y es testigo accidental de un crimen, que trata de aclarar. Hitchcock, más que un estilo, como decía Truffaut, descubre una escritura. El suspense no es un truco, sino la forma de encuadrar, los tiempos de las escenas, la velocidad de los planos y los detalles. Confirma su creatividad con Vértigo, conocida también con el título, De entre los muertos (1958), thriller en el que emplea uno de sus recursos favoritos, la doble o la falsa identidad de los personajes, al que une la apariencia de sueño obsesionante, el suspense, misterio y el eco de los muertos. Es un ejercicio de transgresión de la realidad, en un alarde de expresividad por medio del color y la iluminación. Relata las vicisitudes de Scottie (James Stewart), veterano oficial de policía, que sufre vértigo, por lo que abandona su cargo y se convierte en detective. Un antiguo compañero encarga a Scottie seguir a su esposa Madeleine (Kim Novak). Surge entre ambos una extraña relación. La quintaesencia de la escritura de Hitchcock está en Con la muerte en los talones (1959), thriller, misterio y suspense de nuevo, unido a la confusión de identidades. Un hombre de negocios, Cary Grant, es perseguido por unos espías que sospechan que es un agente doble y por la policía, que cree que es un asesino. Solo la CIA sabe que el agente doble al que suplanta Cary Grant es imaginario, inventado para engañar a los espías. Su experiencia en televisión le permitió realizar una película en blanco y negro, de bajo presupuesto, Psicosis (1960). En un solitario paraje está Bates Motel, de aspecto tenebroso. El joven propietario del Motel, Anthony Perkins, cree vivir con su madre, cuando en realidad la asesinó hace diez años. Acusada de exceso de sangre, Hitchcock, respondió: “es salsa de chocolate”. El dominio del suspense se estudia en Los pájaros (1963), con Tippi Hedren, ganadora del Globo de Oro a la actriz revelación.


Centauros del desierto



   El maestro indiscutible y gran patriarca del cine del Oeste John Ford, continúa con gran vitalidad, realizando una de sus mejores obras, Centauros del desierto (1956). Ritmo perfecto, reforzado por la música de Max Steiner, brillante fotografía en los escenarios de Arizona y la frontera de Utah, donde Ford había rodado sus primeros westerns, como La diligencia (1939). Centauros del desierto es ejemplo de utilización de los espacios y de la profundidad de foco, que ha ejercido gran influencia en posteriores películas de este género e incluso en el de aventuras galácticas. John Wayne, en el papel de Ethan, un veterano de la guerra de Secesión, regresa al hogar y se encuentra con que su hermano y su cuñada han sido asesinados por los indios y también han raptado a su sobrina, (Natalie Wood). Tiene lugar una admirable persecución de Ethan, acompañado por el joven Martin, (Jeffrey Hunter), llena de fuerza y poesía. John Ford aseguraba que el fracaso artístico de una película se soporta, pero un fracaso comercial tiene graves consecuencias. Amaba sus películas del Oeste, aunque le premiaran las de una temática distinta, recordando que había ganado tres veces el Oscar al Mejor Director por Las uvas de la ira (1940), Que verde era mi valle (1941) y El hombre tranquilo (1952). Añadió otra maravilla de la puesta en escena a su cine del Oeste, El hombre que mató a Liberty Valance (1962). Son los últimos años del Oeste salvaje, ante la llegada del progreso y del ferrocarril. Un abogado, James Stewart, es el encargado de imponer el orden, aureolado por la fama de haber acabado con un peligroso pistolero, Lee Marvin, al servicio de los ricos, aunque ayudado por su amigo, John Wayne, un valiente héroe anónimo, autor en la realidad del disparo que acabó con Valance. Es un western mítico como Solo ante el peligro (1955), dirigido por Fred Zinnemann. En ambos se enfrentan el bien con el mal. Contribuyeron al éxito de Solo ante el peligro la música de Dimitri Tiomkin, la actuación de Gary Cooper y sobre todo el planteamiento y el guion al que siempre concedía gran importancia su productor, Stanley Kramer.



Sed de mal

               Había conocido el éxito y el interés de la crítica Orson Welles con Ciudadano Kane ((1944) y Mr. Arkadin (1954). Obra de madurez Sed de mal (1957), es un thriller en la frontera de México, donde un policía mexicano, investigador de drogas (Charlton Heston) inicia su viaje de novios con su esposa norteamericana (Janet Leigh) y contempla la explosión del coche de unos mafiosos con drogas, entrando en conflicto con un detective corrupto sin escrúpulos (Orson Welles). Relato alucinante, sorprende desde la secuencia inicial, que dura diez minutos y en la que los espectadores escuchan el tic-tac del reloj de una bomba, hasta contemplar su estallido. El placer de experimentar el lenguaje de Orson Welles aumentó con el paso del tiempo. El productor Alexander Salkind le ofreció trabajar con libertad partiendo de la obra literaria que quisiese. Eligió El proceso (1962), adaptación sorprendente de la novela de Franz Kafka.     Orson Welles alteró el orden de los capítulos e introdujo variaciones, en la línea de una comedia negra. El protagonista es Anthony Perkins y el mismo Welles interpreta el abogado, junto a un grupo de valiosos actores, entre los que están Jeanne Moreau, Romy Schneider y Elsa Martinelli. Destaca como experimento. Orson Welles, realizó en España, dos películas inteligentes. Campanadas a medianoche (1966), adaptación de cinco obras de Shakespeare, que incluye la visión de Welles de Falstaff, que interpreta magistralmente. Falstaff es amigo y compañero de diversiones del Príncipe Hal, que llega a convertirse en el rey Enrique V. A partir de ser rey, rompe su amistad con su viejo amigo Falstaff. Tiene secuencias memorables, como la imitación de la coronación del Rey que hace en la taberna Falstaff con una cacerola o la impresionante y decisiva batalla de Schrewd. Ya se había interesado por Shakespeare en Macbeth (1948) y Otelo (1952). La segunda, Una historia inmortal (1967), con el tono de Ciudadano Kane, refleja la pasión de inmortalidad. Un millonario en Macao decide hacer realidad la leyenda sobre un anciano muy rico, que contrató a un marinero joven para que pasase una noche con su esposa y así tener descendencia. Este interesante mediometraje tiene la curiosidad de haber sido rodado en Pedraza, ciudad de la provincia de Segovia, como si fuese Macao.


La generación de la televisión

Marty


       La televisión se convirtió en escuela de cine, influyendo en el lenguaje y acercando la temática a la realidad cotidiana. Jóvenes procedentes de la televisión, forman esta corriente de un cine de la cotidianidad, sobre gente corriente y con un lenguaje espontáneo. Fue decisivo el guionista Paddy Chayefsky, que adaptó al cine dos de sus guiones televisivos, dirigidos por el correcto Delbert Mann: la película revelación, Marty (1956), sobre la vida sin alicientes de un carnicero del Bronx, Ernest Borgnine, un solitario, y su encuentro con otra solitaria, interpretada genialmente por Betsy Blair y la segunda La noche de los maridos (1957), que se sumerge en los efectos que una fiesta de despedida tiene en unos matrimonios invitados.


Doce hombres sin piedad

          John Frankenheimer, de veintiséis años, con un equipo de jóvenes, adapta con originalidad un trabajado guion televisivo, The young stranger (1957). Muestra la delincuencia juvenil en la alta sociedad, con padres absortos en sus negocios. Reginald Rose escribe un guion, que luego han adaptado las televisiones de todo el mundo, Doce hombres sin piedad (1957), que contó con la inteligente dirección del prometedor Sidney Lumet. Disecciona la sociedad a través de las actitudes y reacciones de doce miembros de un jurado,  con miembros de diferente extracción social, que debe dictar sentencia en el caso de un joven acusado de asesinato. Uno de los jurados trata que los otros once cambien su apresurada convicción en favor de proponer una sentencia condenatoria.


      Sidney Lumet con Serpico (1973) nos introduce, en un viaje lleno de realismo por las calles de Nueva York, al mundo de la corrupción y de la droga, innovador entonces y aun actual. El agente de policía Frank Serpico (Al Pacino) se enfrenta a las corrupciones en su propio cuerpo policial. La película comienza con Serpico herido, mostrando en flash-back fragmentos de la vida real de Nueva York, en estilo documental, adquiriendo después un tono de thriller brillante.



La ley del silencio

     La denominación generación perdida corresponde al grupo de escritores que empiezan su obra, entre el final de la I Guerra Mundial y la Gran Depresión y que estuvieron muy relacionados con Europa: William Faulkner, John Dos Passos, John Steinbeck, Scott Fitzgerald, William Wellman o Ernest Hemingway, que fue quien popularizó el nombre creado por Gertrude Stein. Sus obras se adaptaron al cine y escribieron guiones. El más genuino representante del Grupo en Hollywood fue Scott Fitzgerald, del que se adaptó su novela El gran Gatsby, primero en 1941 por Roger Nuggent y con mayor acierto en 1974 por Jack Clayton con guion de Francis Ford Coppola. Fitzgerald es autor de la novela “El último magnate”, inspirada en el productor Irving Thalberg.

        La denominada “Generación perdida” en el cine comprende un grupo de directores norteamericanos que no pudieron expresar sus ideas con claridad, contándolas de manera soterrada sirviéndose del cine de género, como el cine negro e incluso  el western.  Es la segunda generación de directores del cine sonoro, entre los que sobresalen por su talento, maestría del lenguaje y comunicar más abiertamente sus ideas, Nicholas Ray, Elia Kazan, John Huston, Joseph Mankiewicz, Robert Aldrich, Richard Brooks, Douglas Sirk, Robert Wise, Abrahám Polonsky y Jules Dassin.


Al Este del Edén
         Elia Kazan había estudiado en la Universidad de Yale, dirigió obras teatrales y participó en la creación del Actor´s Studio. La habilidad para realizar, la calidad formal y la inquietud por temas sociales se encuentran en sus películas desde sus inicios en el cine. Obtuvo un Oscar por La barrera invisible (1947) y notable aceptación sus siguientes películas, Pinky 1949) y Pánico en las calles ((195o). Desde La Ley del silencio (1954), decidió elegir siempre sus argumentos y promover la producción de sus películas. Había obtenido ocho Oscar por esta película y convertido a Marlon Brando en un actor poderoso. Fue criticado por considerar que trataba de justificar sus delatoras declaraciones en el Comité de Actividades Antinorteamericanas, de. Alcanzó de nuevo el éxito con la adaptación de la novela de Steinbeck, Al Este del Edén (1955). Estamos en 1913 en California, donde un joven rebelde, James Dean, en su primera película, vive con su padre y con un hermano estudioso (¿el mito de Caín y Abel?), creyendo que su madre ha muerto. Un día descubre que su madre vive y dirige una red de prostíbulos, comprendiendo a su padre, en un toque freudiano. Estudio de personajes, retrato social y un atractivo paisaje de las fértiles tierras del Valle de Salinas, realzado por los tonos crema-oro líquido en t las imágenes, muestran a un Kazan inspirado. Su colaboración con el escritor Budd Schulberg, iniciada en la Ley del silencio, prosiguió con Un rostro en la multitud (1957), denuncia amarga de la demagogia política y del poder manipulador e incontrolado de la televisión, captando con verismo las reacciones de los ciudadanos. En Río salvaje (1960), trata el enfrentamiento en el Valle de Tennessee por la construcción de unos embalses, que impidan las inundaciones,  situada al final de la Gran Depresión. El responsable del Servicio (Montgomery Clift) se ve obligado a derribar unas viviendas. Refuerza su vigor en América, América (1963), la llegada a América de un tío suyo, que se vuelve tan cínico como la propia sociedad norteamericana, y mezcla con recuerdos de su juventud. Confirma su preocupación social en The visitors (1972), film independiente rodado en 16 mm., con destacada dirección de unos actores jóvenes. Relata el suplicio de un joven matrimonio por dos excompañeros del marido en la guerra de Vietnam. Tratan de vengarse, ya que el marido los había denunciado por haber violado y asesinado a una joven vietnamita. Hay escenas que tienen la atmósfera y la intensidad de Un tranvía llamado deseo (1951), la adaptación de la obra de Tennessee Williams, ganadora de cuatro Oscar. Finaliza con El último magnate (1976), adaptación de la novela inacabada de Scott Fitzgerald “The last tycoon”, con guion de Harold Pinter, que escribe el final, y es una visión del Hollywood de los Estudios, con Robert de Niro como joven productor.


Vidas rebeldes

   La imagen de Marilyn Monroe increpando a dos vaqueros en el western Vidas rebeldes (1961) de John Huston es inolvidable para los cinéfilos. Era ya autor de tres obras maestras, El halcón maltés (1941), adaptación de la novela de Dashell Hammer y protagonizada por Humphrey Bogart, un modelo de cine negro, El tesoro de Sierra Madre (1948), también con Humphrey Bogart, ganadora de tres Oscar y La reina de África (1951) con Humphrey Bogart (Oscar a la mejor interpretación) y Katharine Hepburn.  Huston afirmaba: “No tengo estilo. Me adapto a los guiones”. En realidad, toda su obra se caracteriza por su estilo sobrio y la fuerza narrativa. Tras el estreno de Moby Dick (1956) Huston declaró, “amo al hombre”, otra de las características de su cine. Produjo y dirigió Moby Dick por haber considerado siempre la novela de Herman Melville una obra profunda y maravillosa. El capitán del ballenero, Acab, (Gregory Peck) convence a la tripulación para capturar a Moby Dick, el gran cachalote blanco, un dios de la maldad. El capitán Acab actúa por soberbia, seguro de sus cualidades. Moby Dick les hunde, antes de zambullirse también en el océano. Se echan de menos los actuales efectos especiales que hubiesen dotado de mayor agilidad al cachalote blanco. Realizó una obra maestra de la comedia negra, La noche de la iguana (1964), con un clima intenso y sofocante y un buen estudio de caracteres. Relata, con humor y poesía, el viaje de un ex sacerdote (Richard Burton) a México, como guía de un autobús turístico con un grupo de maestras. El ex sacerdote sufre el acoso sexual de una ninfomaníaca, Sue Lyon y es despedido, refugiándose en Puerto Vallarta en el hotel de una amiga, Ava Gardner, donde conoce a una mujer de rectas convicciones, Deborah Kerr. La interpretación y realización superan a la obra de Tennessee Williams en que se basa y evita el habitual teatro fotografiado, profundizando en los personajes y su entorno social.



Eva al desnudo


      El talento de Joseph L. Mankiewicz se muestra en todas sus obras, excelente guionista elegía sus temas con cautela política y aun así Cecil B. De Mille presentó una denuncia contra él ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas; le salvó el testimonio de John Ford.  Su dirección es intensa y describe con eficacia los personajes y ambientes, como vemos desde sus primeras películas, El fantasma y la señora Muir (1947) con Gene Tierney y Rex Harrison, la oscarizada Carta a tres esposas (1949) con Kirk Douglas y Linda Darnell, su brillante visión del mundo del teatro,  con seis Oscar, Eva al desnudo (1960) con Bette Davis, Anne Baxter y George Sanders, La condesa descalza (1954), una de las mejores interpretaciones de Ava Gardner o la adaptación de la obra de Graham Greene,  El americano tranquilo (1957), situada en Saigón en 1952, finalizando la Guerra de Indochina. El protagonista dejó de ser un espía de la CIA y se convirtió en un americano envuelto en oscuros negocios, para evitar la crítica al intervencionismo norteamericano. Destacó su adaptación de Tennessee Williams, De repente el último verano (1959), ambientada en Nueva Orleans, finales de los 40 y protagonizada por una rica matriarca sureña, Katharine Hepburn, su sobrina, loca en apariencia, Elizabeth Taylor, y un neurocirujano, Montgomery Clift, al que la tía pide que haga la lobotomía a su sobrina, quien el verano anterior   contempló como una pandilla de mozalbetes violó y mató a su primo homosexual. La tía no quiere que su sobrina cuente la verdad. Mankiewicz relata bien este turbio drama y le da un tono poético y una atmósfera sensual y sofisticada, tratando el tema tabú de la homosexualidad latente, burlando la prohibición de la censura de tratar este tema. La secuencia del asesinato del joven fue rodada en la Costa Brava. Y una vez más obtuvo el éxito con su última película, La huella (1972), combinación de thriller y misterio. Un escritor (Laurence Olivier) idea una trampa diabólica con el fin de engañar al amante de su mujer (Michael Caine) y termina el propio escritor cayendo en el engaño. Es una película extraordinaria por sus dos intérpretes, pero la belleza del color, con una técnica diferente a la actual, la distinción en los encuadres y los movimientos de cámara, contribuyen a convertirla en un hermoso espectáculo visual.


Escrito sobre el viento


       Nacido en Alemania, Douglas Sirk frecuentó de joven el teatro de vanguardia y se convirtió en un director cotizado de UFA, la gran empresa cinematográfica de la Alemania nazi. En 1937 escapó de Hitler y terminó dirigiendo en Hollywood, donde apreciaban sus criterios en la iluminación y la elegancia de su puesta en escena. Dirigió películas de géneros diversos, pronto descubrieron que convertía el melodrama en un modelo de este género con Solo el cielo lo sabe (1955), historia de amor entre una viuda rica con hijos, Jane Wyman, y el jardinero, Rock Hudson, en una pequeña ciudad norteamericana en la que surgen todas las dificultades. El mejor melodrama es Escrito sobre el viento (1956), que transcurre en un ambiente de millonarios. Intensas pasiones dominan a un alto directivo de una compañía petrolera, Rock Hudson, a una secretaria ejecutiva de la compañía, Lauren Bacall, y  a sus amigos millonarios, Dorothy Malone, en su mejor interpretación, una ninfómana y su hermano, Robert Stark, un play-boy con el que se casa el personaje interpretado por Lauren Bacall. Rock Hudson es acosado por Dorothy Malone, mientras él está enamorado de Lauren Bacall. Ese mismo año rodó Interludio de amor  (1956),  difícil amor entre una millonaria que visita Minich y un director de orquesta, Rossano Brazzi, casado con una mujer que ha perdido la rozón, Marianne Koch. La adaptación de una obra de Erich María Remarque le permite otro excelente melodrama, Tiempo de amar, tiempo de morir (1958), sobre el fondo de la II Guerra Mundial, un militar (John Gavin) durante un permiso, se enamora profundamente y debe retornar a las trincheras, donde muere. Su última película, Imitación a la vida (1959), tiene todas sus cualidades de director de melodramas, adaptó la novela de Fannie Hurst, que había llevado anteriormente al cine John M. Stahl en 1934. A los dramas amorosos se une la problemática de los negros. Sirk cansado del “macartismo” regresó a Europa, donde sólo dirigió cortometrajes. Uno de ellos, Bourbon Street Blues (1977) protagonizado por Jean-Luc Godard, que había quedado fascinado por el cine de Sirk cuando le descubrió.



¿Qué fue de Baby Jane?


  Robert Aldrich, Robert Wise y Richard Brooks, directores con oficio y gran vigor narrativo, con varias de sus películas calificadas de obras maestras. Robert Aldrich, con una gran experiencia como ayudante de producción y ayudante de dirección construía personajes que luchan por una meta, siempre llenos de matices, aunque sean despreciables. Entre los grandes westerns se encuentra Vera Cruz (1954), en México se había impuesto a Maximiliano de Austria, lo que subleva a los juaristas. Burt Lancaster y Gary Cooper son dos mercenarios y Sa4a Montiel una juarista. Film violento y sucio, no exento de lirismo. Domina la realización de escenas violentas y revela su estilo incisivo en Atack (1956), dura representación de una de las últimas batallas en la Segunda Guerra Mundial, retratando a un capitán lleno de cobardía. Vuelve a contar con un buen guion en Apache (1954), inspirado por una postura favorable a los indios. Relata la historia de uno de los jefes indios, que combatió junto a Jerónimo. Después de la batalla es recluido en un fuerte en Florida, de donde se escapa para volver a su tierra y vivir libre. Responde a una concepción liberal, que presenta de manera respetuosa al pueblo indio.  “Para un guerrero indio, comentó Aldrich, el convertirse en agricultor es un fracaso”. Aldrich se quejaba de que solo podía dirigir los guiones que decidía el Estudio, responsable también del reparto y del montaje final. En Apache no pudo montar el final en el que el protagonista moría de un disparo. Aldrich adquiriere prestigio y lleva al cine una obra de Clifford Oddets, luchador en pro del teatro, que formó parte del Group Theatre, en el que estuvo Kazan y conocido por sus ideas de izquierda, The big knife (1955) en la que eleva el cine negro a arte y, a la vez, disecciona el mundo inmoral de Hollywood,  un actor famoso es sometido a chantaje por un productor para que renueve su contrato con su Estudio. con Jack Palance e Ida Lupino. En ¿Qué fue del Baby Jane? (1962) realiza una profunda película de odios y celos, consiguiendo reunir como hermanas a Bette Davis, intérprete de una niña prodigio olvidada y Joan Crawford, una famosa actriz ahora inválida. Domina con gran habilidad la resolución de escenas brutales, como en Doce para el patíbulo (1967), reflexión sobre la violencia en tiempos de guerra y la vida en el ejército. Un grupo integrado por condenados por asesinatos y delitos violentos, es entrenado por el Mayor Reisman (Lee Marvin)) para volar unas instalaciones en las que se encuentra el mando alemán y matar al mayor número posible de oficiales alemanes. Se realza la matanza y mueren bastantes del comando Los asesinos siguen matando, ahora en acciones de guerra.


Quiero  vivir



      Robert Wise tenía una gran perfección técnica,  adquirida en su anterior trabajo de montador. Había dirigido  con gran acierto películas de distintas gomeros, como una excelente película de terror, El ladrón de cadáveres (1943), con Boris Karloff y Bela Lugosi, una película de cine negro, Nacido para matar (1946) con Claire Trevor y Laurence Tierney o un western, Sangre en la luna (1948) con Robert Mitchum y Sorprendió con The set up (Nadie puede vencerme,1949), basada en un poema de Joseph Momcure March, una joya del cine negro, sobre un boxeador de cierta edad, que se niega a pelear un último combate y al que los gánsteres que controlan el boxeo terminan matando. Una prueba más de su talento es la tensión creada en Quiero vivir (1958), al narrar la condena a muerte en cámara de gas a una desvalida prostituta, Barbara Graham que vive, en un ambiente mezquino y de pequeños delincuentes. Un día contempla un robo  con asesinato y dos detenidos la acusan de ser la autora. Aun hoy existen dudas sobre la autoría de este crimen real. Magistralmente interpretada por Susan Hayward, con una excelente música de jazz de John Mandel, es un duro alegato contra la pena de muerte.   Wise muestra su efectividad expresiva en la adaptación del musical de Broadway sobre Romeo y Julieta, West Side Story (1961). La acción se traslada a un enfrentamiento entre portorriqueños y blancos, en los escenarios naturales de Nueva York, con jóvenes intérpretes encabezados por Natalie Wood y con una apasionante coreografía de Jerome Robbins, que le convierte en codirector. Triunfa nuevamente con un musical, que sigue admirando a las sucesivas generaciones, Sonrisas y lágrimas (1965) con Julie Andrews. Destacó también en la ciencia ficción, Ultimátum a la Tierra (1951), La amenaza de Andrómeda (1971), Star Trek, la conquista del espacio (1979), Star Trek, la película (1980). Sus últimos años realizó obras para televisión.


  
La gata sobre el tejado de zinc


               Richard Brooks, extraordinario guionista de cine de serie B con el que adquirió un gran oficio que le permitió ser autor de guiones de excelentes películas. Tuvo gran afición a las adaptaciones literarias y se consagró con Semilla de maldad (1955), adaptación de una novela de Evan Hunter sobre los problemas de la enseñanza en la ciudad de Nueva York. Un ex militar (Glenn Ford) es contratado como profesor de una escuela conflictiva. Destacan la atmósfera y ritmo creados por Brooks, Sidney Poitier, como alumno sospechoso y la utilización de la música de rock como fondo, sonando sobre los títulos de crédito iniciales “Rock around the World” de Bill Haley.  Antes habían sido muy bien acogidas El milagro del cuadro (1951) con Stewart Granger, Pier Angeli, comedia dramática sobre un ladrón de cuadros y El cuarto poder (1952) con Humphrey Bogart y Ethel Barrymore, sobre el mundo de la prensa. Posteriormente dirigió un atractivo western sobre cazadores de búfalos con toques ecológicos, La última caza (1956) con Robert Taylor, Stewart Granger y Debra Paget. Adapta con respeto Los hermanos Karamazov (1958), en el que son son perfectas la recreación de la época y la interpretación de Yul Brynner, Claire Bloom, María Schell y Lee J. Cobb. Brooks logra con La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958) una turbadora adaptación de Tennessee Williams. Este intenso drama refleja la tensión en una familia del sur de EEUU, que espera la muerte del patriarca dominante (Burl Ives) con un hijo apático y refugiado en el alcohol (Paul Newman) y la esposa marginada (Elizabeth Taylor). El trágico drama que vive este matrimonio, contrasta con las ambiciones del hermano y su esposa. Adapta también una novela de Sinclair Lewis, El fuego y la palabra (1960) sobre la influencia de un charlatán, Elmer Gantry (Burt Lancaster),  convertido en sacerdote evangélico descubre que con la religión gana más dinero que con las cartas.  Se aprovecha del candor de una sensible dama religiosa, Jean Simmons. En esta denuncia de la comercialización de la religión destaca también Shirley Jones, antiguo gancho del charlatán.   Le sigue la adaptación de la novela de Tennessee Williams, Dulce pájaro de Juventud (1963) con Geraldine Page y Paul Newman en un drama entre una actriz mayor y un amante chulo en una atmósfera asfixiante. Es autor de un western memorable, Los profesionales (1966) con Burt Lancaster, Lee Marvin, Robert Ryan, Jack Palance y Claudia Cardinale; un grupo de mercenarios es contratado para rescatar la esposa de un hombre poderoso, pero se encontrarán con una sorpresa. Siguió rodando hasta 1985, destacando algunas de sus películas que admiran a los cinéfilos con A sangre fría (1967), un tenso thriller sobre un fondo social, adaptación de un relato de Truman Capote, inspirado en un hecho real. Dos jóvenes ex-presidiarios sorprenden a una familia feliz, torturándola y asesinándola. Guion y montaje complicado, efectismo con escenas brutales, motivaciones de los asesinos, terror de la familia, forman el entrelazado de esta película, que supuso para Brooks ascender un nuevo peldaño como director consagrado. Y con guion propio, Con los ojos cerrados (1969), con Jean Simmons, y <john Forsyte, un drama sobre un matrimonio cpn problemas en el que la mujer se refugia en el alcoholismo.


El valle del fugitivo
Una breve carrera situó a Abraham Polonsky entre los creadores auténticos y con un estilo sin concesiones. Guionista y director, es la víctima más señalada de la persecución política, al estar en las “listas negras”, durante veinte años, por ser miembro del partido comunista, hecho que nunca negó. Su aportación al cine negro ha sido fundamental desde su guitón para Cuerpo y alma (1947), que dirigió Robert Rossen sobre un boxeador visto como antihéroe, magistralmente interpretado por John Garfield o La fuerza del destino (1948), dirigida por Polonsky sobre guitón suyo, también con Garfield y sobre el corrupto mundo del boxeo. Habiéndose negado a denunciar a nadie como comunista, tuvo que trabajar como profesor , escribir novelas y también guiones, pero estos sin su nombre, solo Don Siegel le incluyó en los créditos de Madigan (Brigada homicida,1968), cine negro sobe la policía de Nueva York. Terminada la etapa triste puede volver a dirigir un western original, con un adecuado tratamiento del tema indio, El valle del fugitivo (1969). Un indio paiute convertido en “cowboy, cnada habitual en sus tradiciones, que por accidente mata. Un drama intenso, sobrio y sobrecogedor, que se encuadra dentro del cine de persecución: un sheriff (Robert Redford) persigue al indio paiute (Robert Blake). Tiene un evidente trasfondo político. Dirigió después un film en una aventura norteamericana-yugoslava de producción, que atravesó muchas dificultades para poderse acabar, Romance of a horse thief con Yul Brynner y Eli Wallach, transcurre en la parte de Polonia dominada por los rusos: un cosaco controla un pueblo dedicado al robo de caballos. Continuó escribiendo guiones y trabajando para la televisión, siendo el prototipo de judío izquierdista fiel a sus ideas.


El muchacho de los cabellos verdes


  
          El director más reflexivo y crítico de esta generación es Joseph Losey, quien acosado por el Comité de McCarthy, trabajó unos años con seudónimo y optó por exiliarse, integrándose en el cine inglés, en el que realizó una de sus obras maestras con la efectista y melodramática, El sirviente (1963), sobre un guion de Harold Pinter y alcanzó la perfección captando el mundo “eduardiano” y el problema de las clases sociales en El mensajero (1970), basándose en una novela de L.P. Hartley, adaptada por Harold Pinter. Antes de salir de EEUU dirigió, dos hermosas películas contra el racismo, El muchacho de los cabellos verdes (1948), un ejemplo de utilización expresiva del color. A un niño al enterarse de que sus padres han muerto en un bombardeo y ver una exposición de fotografías de huérfanos de guerra, se le tiñen de verde los cabellos. Es una denuncia de la situación de los huérfanos de guerra. En El forajido (1949), narra la defensa que hace un periódico, en una pequeña ciudad de California, de un hispano acusado falsamente de violar a una adolescente norteamericana. Todos los medios de comunicación le atacan, menos este periódico, víctima del fanatismo racista, que se desató contra los recolectores de fruta mexicanos.



Topkapi



        Trabajaba en la industria del cine ya en los años 40, Jules Dassin, pero tuvo que trasladarse a Europa acusado también por la infatigable Comisión de Actividades Antinorteamericanas. Realizador de inteligentes películas con tono neorrealista, llevó su preocupación por las localizaciones sugerentes y los problemas sociales a un cine considerado negro, como La fuerza bruta (1947), sobre problemas en una penitenciaría con Burt Lancaster, La ciudad desnuda (1948), thriller que rodó en Nueva York con un estilo próximo a la escuela documental de esta ciudad. La investigación por parte de un policía de la muerte violenta de una mujer sirve para convertir a Nueva York en protagonista. YO en Mercado de ladrones (1949), narración del enfrentamiento con un sindicato mafioso, protagonizada por Richard Conte.  Reinicia con éxito su carrera de cine en Europa y triunfa con la película realizada en Francia, Rififí (1954), un atraco a una joyería, mezclando con humor detalles de la vida de los atracadores. La secuencia del robo de una duración de 25 minutos, rodada en silencio, es antológica. Con Melina Mercouri rueda en Grecia una comedia dramática de notable repercusión, Nunca en domingo  (1960).  Más tarde, ya como producción norteamericana, en la línea, de Rififi dirige la atractiva Topkapi (1964). El planeamiento y robo de una joya en el museo Topkapi de Estambul permiten una ligera comedia, con suspense y final sorpresivo, como en Rififí. La protagonista femenina es Melina Mercouri, a quien acompañan Maximilian Schell, Peter Ustinov y Robert Morley. Las imágenes y el color de Estambul y de los tesoros del Museo todavía resultan asombrosos. Casado en 1966 con Melina Mercouri, cuando la nombran Ministra de Cultura en Grecia, caído el Régimen de los coroneles, vive en este país donde realiza diversas misiones culturales.


Johnny Guitar


Nicholas Ray tenía una notable formación, había sido alumno del arquitecto Frank Lloyd Wright. Atraído por el teatro participó en Nueva York en el Workers Laboratory, dedicado al montaje de obras progresistas, compartiendo actividades con Kazan y Losey. Su primera película fue Los amantes de la noche (1948), muy bien acogida por Hollywood. Ya contiene el mundo de Ray. Es una película violenta, amarga. Llamad a cualquier puerta (1949), su tercera película, es un retrato de los bajos fondos de San Francisco.  Aumenta el prestigio de Ray con En un lugar solitario (195), el drama de un guionista violento e irascible, Dixon Steele (Humphrey Bogart). Ray es una figura en Hollywood cuando dirige Casa en la sombra (1951).  Entre las claves del cine de Ray, violencia y amor romántico, se encuentran también el contraste entre el medio urbano y el rural, cierta relación con el mito de la bella y la bestia, y siempre sobresalen la fantasía y los temas musicales. La creatividad de Nicholas Ray y su capacidad de sorprender con innovaciones las encontramos de nuevo en Hombres errantes (1952), que trata el mundo del rodeo. Su valor dramático radica en el enfrentamiento de dos vaqueros. Johnny Guitar (1954) ejemplo del nuevo lenguaje de Ray, aprovechando las posibilidades que ofrecía la gran pantalla para la situación de los personajes. Es un western atractivo y raro, en realidad un western “psicológico”. Un veterano pistolero (Sterling Hayden), acompañado de su guitarra, llega a una ciudad de Arizona donde una antigua amante suya, Vienna (Joan Crawford), tiene un “saloon”. La película posee un color intenso, conseguido con el empleo del Trucolor. Los diálogos son secos y directos.


Rebelde sin causa



        Apasionaba en Europa, y entusiasmó con Rebelde sin causa (1955), un modelo de la utilización del Cinemascope, de los planos horizontales y de la amplitud de la pantalla. La interpretación extraordinaria de James Dean posee un ritmo vertiginoso y a la vez muy elaborada, que le convirtió en arquetipo de una juventud que se rebelaba. Destacan también la joven Natalie Wood, en una chica universitaria y el aún más joven, Sal Mineo.  Más poderoso que la vida (1957) es un original drama psicológico con James Mason y Barbara Rush. Ray retratarla vida en una ciudad de tamaño medio y la obsesión de por las apariencias. La verdadera historia de JJesse James (1957)  cuenta la historia de los dos hermanos, Jesse (Robert Wagner) y Frank (Jefffrey Hunter) tras el fracaso de su último asalto. Amarga victoria transcurre durante la II Guerra Mundial, cuando los ingleses enviaron un comando a Bengasi con el fin de apoderarse de unos documentos de Rommel. Enfrentamiento están el Mayor Brand (Curd Jurgens), militar de carrera, distante de los hombres a sus órdenes y el Capitán Leith (Richard Burton), un geólogo, voluntario y respetado por los soldados. La oposición entre ambos se agrava por la relación sentimental, que antes de casarse con Brand, su mujer (Ruth Roman) tuvo con Leith. Muerte en los pantanos (1958 un film ecológico, transcurre en el año 1900, en los Everglades con Burl Ives. Su última película en Hollywood fue Chicago años treinta (1958) tuvo éxito. Es un film de gangsters con un ligero toque de humor, incorporando magistralmente la danza. Es casi un “musical con Lee J. Cobb, Robert Taylor y Cyd Charisse. Decide trabajar en Europa con gran indignación de los poderosos de Hollywood, Los dientes del diablo (1959), una coproducción italiana, francesa e inglesa. tiene una gran belleza fotográfica al estar rodada en Technirama 70 mm., Technicolor, y transmite la angustia por sobrevivir, frente a los elementos duros de las heladas tierras árticas, con Anthony Quinn, un esquimal, interpretado de manera realista-.Acababa de terminar el rodaje de Rey de reyes (1960) y parecía contento, pese a la complejidad del rodaje. Utilizó el objetivo inventado por el director de fotografía, Manuel Berenguer, presentado esa mañana en el Congreso de cine en color, que permite tener enfocados tanto a los personajes en primer plano como los del fondo.         La última vez que le vi estaba absorto dirigiendo el rodaje de 55 días en Pekín (1963. Enfermó y la película la terminaron sus ayudantes. Hollywood no le hizo ningún nuevo encargo, molesto por el desplante de irse a Europa y las críticas de Ray, que se convirtió en un “outsider”.


Picnic

       El cine clásico sonoro norteamericano comprende de los años 30 a los 70, <aunque este artículo se centra en los años 50 y 60. Especialmente destacables son junto a las citadas las de numerosos autores, la mayoría dirigieron películas de distintos géneros y aceptaron películas de encargo, como Fred Zinnemann (Solo ante el peligro ((1952), De aquí a la eternidad, 1953), Stanley Kramer (Vencedores o vencidos, 1961, Adivina quien viene esta noche, 1967), Don Siegel (Código del hampa, 1964, Harry el sucio,1971), John Sturges (Conspiración de silencio, 1955, Los siete magníficos, 1960), Henry King ((El pistolero, 1950), Joshua Logan ((Picnic, 1955, La leyenda de la ciudad sin nombre, 1959), George Stevens (Raíces profundas, 1953, Gigante, 1956), Henry Hathaway (Los cuatro hijos de Katie Elder, 1965), Gene Kelly, Stanley Donen (Cantando bajo la lluvia, q952), Michael Curtiz (Casablanca, 1941, El trompetista, 1950), el izquierdista Robert Rossen que declaró en el Comité de Actividades Norteamericanas denunciando algunos compañeros, exiliándose, rodó Mambo (1955) y nuevamente en EEUU, El buscavidas ((1961). Un creador excepcional del cine norteamericano, aunque de nacionalidad inglesa, Charles Chaplin, no regresó a EEUU, ya que estaba de viaje en 1949 cuando el Comité de Actividades Antinorteamericanas, en 1949, ordenó detenerle.

     Sucesivas oleadass de maestros aparecen con la generación de la televisión y la nueva ola que surge con Spielberg y Lucas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario