LAS CLAVES DE LA NOUVELLE VAGUE
A finales de los 50 un numeroso grupo de
jóvenes cinéfilos se lanzó a rodar sin artificios por las calles con escasos
medios, fue nouvelle vague. El nombre
se tomó del artículo de François Giroud en L´Express, 3. octubre, q957 y de su
libro de gran éxito,” Nouvelle vague: porrtrait de la jeunesse”, en los que
analizaba el deseo de cambios de la juventud en general. Sin embargo, se
utilizó la expresión nouvelle vague
para designar a los jóvenes que deseaban cambiar el cine. La mayoría críticos
que escribían en Cahiers du Cinéma y frecuentaban la Cinemateca, se reunían en
Cineclubs y participaban en el Festival de Cine Maldito de Biarritz. Entre los más activos estaban François
Truffaut, Jean-Luc Godard. Eric Rohmer, Jacques Rivette, Jacques Demy, François
Reichenbach, Allain Resnais, Claude Lelouch, Georges Franju o Doniol Valcroze.
El inicio se sitúa, según Jean Douchet, en Le
coup du berger de Rivette en 1956.
Los jóvenes cineastas compartían los criterios del cambio imprescindible y
acusaban a directores veteranos de esteticismo y caligrafía. Respetaban a
algunos renovadores, como Jean Cocteau, Jean Rouch, Jean Renoir, Max Ophuls, Clouzot
o Robert Bresson. La nouvelle vague defendió
la importancia del lenguaje y demostró un notable aprecio por Hitchcock, Preminger
o Hawks y una admiración por el cine norteamericano de bajo costo, como el que querían
realizar. Rodaron numerosos cortometrajes
de ficción en 16 milímetros. Junto a la necesidad del cambio, desarrollaron la teoría del cine de autor,
identificado en el director.
Los cuatrocientos golpes |
Tras realizar
cortometrajes de ficción, François Truffaut dirige Los
cuatrocientos golpes (1959), la historia de un chico de
trece años, Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud). Fue un grito sincero sobre la
situación de los chicos que quieren aprender a vivir. Truffaut intentó innovar con su
segundo largometraje, Disparen sobre el pianista (1960), sin gran
aceptación del públic0. Tras el que rodó una película muy
distinta, Jules y Jim (1961), adaptación de la
novela del mismo título de Henri-Pierre Roché y que está entre sus mejores
realizaciones. En Jules y Jim, Catherine (Jeanne Moreau)
encarna la mujer libre e independiente de manera natural, y Jules (Oskar
Werner) y Jim (Henri Serre) la amistad y la comprensión, que no impide el
fracaso de la relación entre los tres. La oportunidad para
proseguir la crónica de Antoine Doinel surgió al encargarle un episodio para El
amor a los veinte años (1962), junto a Marcel Ophuls,
Renzo Rossellini, Andzrej Wajda y Shintaro Ishihara. Truffaut
dirige el titulado Antoine y Colette, que posee la frescura
de los amores adolescentes. Antoine (Jean-Pierre Léaud), de 16 años, trabaja
en una casa de discos y está dispuesto a enamorarse. Ocurre cuando conoce a
Colette (Marie-France Pisier).
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Sus tres películas siguientes tienen
como nexo el empeño en descubrir nuevas formas de lenguaje. Son La piel suave (1964), Farenheit 451 (1966) y La novia vestía de negro
(1967). Farenheit 451, adaptación de la novela de Ray Bradbury, con
dos actores de moda, Oskar Werner y Julie Christie. La voz de Charles Trénet,
cantando sobre los títulos de crédito y los de salida de Besos robados (1968), marca el tono de adolescencia, nostalgia y
vitalidad de esta nueva película del ciclo Antoine Doinel: “Bonheur
fané / Cheveux au vent / Baisers voles /Rêves mouvant / Que reste-t-il de tout cela /
Dites-le moi?” Truffaut
se acerca de nuevo Antoine Doinel (Jean Pierre Léaud) y Christine (Claude
Jade). consolida su estilo. Escenas yuxtapuestas, movimiento intenso de cámara
y panorámicas en el interior de los planos buscando detalles. Doinel conoce el
amor imposible con la bella esposa de su patrón, Fabienne (Delphine Seyrig). En la serie de películas dedicadas a Antoine
Doinel, Truffaut se mantiene fiel a la filosofía de la nouvelle vague.
Domicilio conyugal |
En 1969 dirige La sirena del
Mississippi, basada en la mejor novela de William Irish, pero
su adaptación requería una película de seis horas o una miniserie, aunque Jean Paul Belmondo y Catherine Deneuve
están extraordinarios. El pequeño salvaje (1969), es una
reflexión lúcida sobre uno de sus temas favoritos, la importancia de saber leer
y de la cultura, basada en un hecho real, la captura de un niño en estado
salvaje en Aveyron en 1793. Domicilio
conyugal se rodó en el momento más acusado de su búsqueda expresiva. Oscila
entre el orden matrimonial y el anarquismo juvenil. Formalmente es una
prolongación de Besos robados, Christine
(Claude Jade) y Antoine (Jean-Pierre Lèaud y se enfrentan a los problemas naturales
de un matrimonio. Christine y Antoine son padres de un bebé y Antoine recibe a
una delegación japonesa y se enamora fulminantemente de Kyoko (Señorita Hiroko).
La noche americana |
Las
dos inglesas y el amor (1971), adaptación de la novela de Henri-Pierre
Roché, escrita tras Jules y Jim, sobre
dos mujeres, Anne (Kila Markham) y Muriel (Stacey Tender), que se disputan el
amor de Claude (Jean-Pierre Léaud). Necesitaba animarse de la mala acogida de Dos inglesas y el amor y decide dirigir Una chica tan decente como yo (1972),
adaptación la novela de Henry Farrel, policíaca, una película menor, pero
interesante, divertida, protagonizada por Bernardette Laffont. Truffaut vuelve
a tener un gran éxito con La noche
americana (1973). Y vio en la
televisión a la actriz Isabelle Adjani, impresionándole vivamente, hasta el
punto que decidió poner en marcha Diario
íntimo de Adèle H. (1975), con el fin de que fuese la protagonista de esta
historia de rasgos trágicos. Más tarde trata de nuevo problemas de la infancia
en La piel dura (1976) y dirige el
relato de un hombre que dedicaba su vida solo a poseer mujeres y a la lectura
en El amante del amor (1977). Unos
años más tarde, recordó su propósito de ocuparse de la vida de Antoine Doinel,
si había novedades en su matrimonio y escribe y dirige El amor en fuga (1979), que sobresale por su construcción dramática,
mostrar la realidad y las contradicciones del mundo de la pequeña burguesía.
Sin aliento |
Frente a la forma tradicional de rodar surge Jean-Luc Godard, que sorprende con las
imágenes de Jean Seberg cubriéndose con el “New York Herald Tribune” en Les
Champs Elysées y Jean Paul Belmondo escapando de la policía en Al final de la escapada o Sin aliento (1960). Godard pensaba que Preminger, la fuerza e Walsh o Bresson habían llevado la expresión cinematográfica a
sus límites máximos, por lo que había que inventar un nuevo lenguaje. Elige la
fragmentación, un “collage” de expresión cinematográfica, literaria y periodística.
La decisión de rodar con la cámara al hombro, marca su estilo, que lo adopta para
rodar más rápido. Al final de la escapada
es un homenaje al cine de ganasteis y ya contiene el gusto de las referencias o
citas, al cine, así indica que la actuación de Jean Seberg es una continuación
de su vida en Buenos días, tristeza de Preminger, solo que tres años más tarde. Godard
exhibe un estilo iconoclasta, y su irritación ante el sistema, convirtiéndose
en el director más polémico en todo el mundo. Godard realizó a continuación un
curioso experimento, Una mujer es una
mujer (1961), que entonces consideraba su mejor película, pese a su escaso
éxito de público. Empleó por primera vez el color de manera notable, y también
por vez primera el sonido directo y el Cinemascope, que le pareció un auténtico
descubrimiento para este tipo de historias, reservando el formato 1x1, 33 para
temas más duros.
Week End |
Una mujer es una mujer (1961) es un
homenaje al cine musical con parte del diálogo cantado, está interpretada por
Anna Karina y Jean Paul Belmondo. Anna Karina es también protagonista de su
siguiente película Vivir su vida (1962),
historia de una empleada, que elige el camino de la prostitución, aunque, en
realidad, “simplemente se “deja llevar”, según afirma Godard. Y Anna Karina
vuelve a ser protagonista en Le petit soldat (1963), prohibida en Francia durante tres años. Realiza una de sus
películas representativas, El desprecio (1963),
mostrando las dificultades de rodar para un gran estudio de cine con Brigitte
Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance y Fritz Lang. Este ciclo de películas se
cierra con Pierrot el loco (1965).
Trata de una pareja y de un viaje, mezcla de la verdad y lo falso, de la tentación
de la vida idílica y la atracción por el submundo. Godard inicia su fase
maoísta, despierta sensaciones con el uso del color y refleja la violencia de
la sociedad, iniciando esta etapa más política y anárquica, claarmente maoísta
con La chinoise (1067), un grupo de
estudiantes tratan cómo derrotar a la burguesía occidental y a la soviética y Week
end (1967), un largo viaje en coche a casa de sus padres de un matrimonio
joven, ella frívola y coqueta, y él divertido y enamorado de su automóvil. En este
viaje vivirán de todo: accidentes,
peleas, encuentro con beatniks, quema
de coches, un milagro que convierte una caravana de automóviles, y la irrupción
de un ejército de liberación. Godard crítica la sociedad burguesa y es
imaginativo, improvisador y ensayista político. Desarrolla su fase maoísta
junto a la joven anarquista Anne Wazenski, Jean´Pierre Gorin y otros jóvenes,
crea el grupo Dziga-Vertov y ensaya la creación colectiva y experimental, rodando
en 16 milímetros.
Cambia de estilo para difundir mejor sus
ideas con Todo va bien (1973) con
Yves Montand y Jane Fonda. Ese mismo año rechaza todas sus ideas marxistas en Carta a Jane (1972), realizada con
Jean-Pierre Gorin sobre imágenes de Jane Fonda en Vietnam del Norte y la
política que se iba a implantar. Número
dos (1973), realizada con Anne Marie Meville, es un film experimental, que
se inicia con una reflexión de Godard sobre las diferencias entre su forma de
producir y la de los grandes estudios, sean de Los Ángeles o de Moscú; divide
la pantalla en dos para simultanear dos acciones e introducir comentarios y en esta
parte se sigue a una joven familia en una vivienda social, su cotidianeidad,
problemas económicos o sus relaciones sexuales. Comment ça va? (1976) escrita con Anne Marie Meville, se inicia con
la conversación en un periódico comunista entre un sindicalista veterano y una
joven periodista acerca del corto que realizan en el que hay unas imágenes relativas
la revolución de los claveles en Portugal y cómo los comentarios pueden cambiar
el sentido, no hay verdad, sino “no verdad”. Recuerda su film Le gai savoir (1968), que trata en un
estudió de televisión el discurso capitalista y la necesidad de cambiar el
vocabulario antes de hacer la revolución, y similar al tono vitriólico de Carta a Jane. Six fois deux/Sur et sous la
mmunication (1976), serie para la televisión realizada con Anne Marie
Meville y compuesta de seis capítulos de dos episodios cada uno, emisiones para
televisión y cine; en unos dialoga Godard sobre distintos temas y en el segundo
lo protagoniza un trabajador, un agricultor o un relojero. Godard ha proseguido hasta hoy realizando obras para la televisión
y el cine siempre radical, político y
experimental. Realiza películas hasta hoy, Le
livre d´image (2017), seleccionada en el Festival de Cannes.
Paris vu par |
La nouvelle
vague había triunfado con Los cuatrocientos
golpes de François Truffaut y con Al final de la escapada de Jean-Luc
Godard), pero el fracaso de público de la siguiente película de Truffaut, Disparen sobre el pianista y de la de
Godard, Una mujer es una mujer,
permitió que sus adversarios, críticos y directores tradicionales, iniciasen un
feroz ataque contra la nouvelle vague. Fracasaron
también Signe du lion (1959) de Eric
Rohmer, producida con ayuda de Chabrol y Paris
nous appartient de Rivette que la terminó en 1961, ayudado por Truffaut.
Truffaut y Godard volvieron a conquistar el éxito, como Chabrol o Malle. 160
nuevos directores surgieron, de los que un centenar iban a permanecer. La
filosofía de nuevos contenidos y la innovación en la realización y producción
causaron impacto en todo el mundo. Igual que muchos jóvenes, Barbet
Schroeder decidió iniciarse en la producción, antes de dirigir, comenzando
por ayudar a Eric Rohmer, que había
tenido que subsistir como redactor jeje de ·Cahiers”, a finalizar su primer Cuento moral (1962), que rodó en 16 mm . A continuación
produjo, también en 16 mm .,
con copias en 35, París visto por… (1964),
un auténtico manifiesto de la “nouvelle
vague” y con el principio de un equipo de cuatro profesionales por
película: director, ayudante, operador y técnico de sonido.. Un film divertido,
formado por varios episodios, que nos introducen distintos barrios de Paris. Un
hogar burgués del Distrito XVI permite a Claude
Chabrol mostrar su humor negro; Jean Gouchet nos enseña el ambiente social de Saint Germain-des-Prés, Jean-Luc Godard d'vierte con los equívocos de una joven y sus amantes en en Montparnasse y en Levallois; Jean
Daniel Pollet se acerca al mundo de la prostitución en la calle Saint
Denis. La Place de l´Etoile el metro sirven a Eric Rohmer para reflexionar sobre la angustia de un empleado de
una camisería; y en Gare du Nord es Jean Rouch, quien muestra la intervención del azar en la vida de una mujer a punto de fugarse.
Claude
Chabrol era diplomado en cine por el IDHEC y poseía una extraordinaria
destreza en la construcción de personajes. El
bello Sergio (1958) es de las primeras películas en llevar al cine las
teorías que defendía “Cahiers du Cinema". Describe la amistad, en la campiña francesa, entre un joven, de
regreso a su pueblo procedente de la ciudad, que reencuentra a su viejo amigo,
el bello Sergio, que se siente fracasado, se emborracha y su matrimonio tiehe
problemas. Chabrol profundiza en el
contraste entre la vida en la ciudad y en el campo. Rodada con pocos medios es
la mejor película de Chabrol; junto a Los
primos (1959). Ambos guiones escritos simultáneamente, rodando Los primos en segundo lugar por ser más
complejo el rodaje. En esta ocasión Chabrol mueve constantemente la cámara y
utiliza la profundidad de foco para encuadrar las acciones de varios
personajes, sin tener que recurrir al montaje. Es el reverso de su primera
película, un joven de pueblo, Charles (Gerald Blain) llega a París a casa de su
primo, Paul (Jean-Claude Brialy) un conquistador. Charles se enamora de
Florence (Juliette Mayniel), que se convierte en amante de Paul y todo conduce
a Charles a ser un perdedor. La película tiene secuencias excelentes, como las
que suceden entre estudiantes, las fiestas del Paul con innumerables chicas o
la timidez que muestra Charles al enamorarse. Su siguiente película sigue en la
línea de la nouvelle vague, A doublé tour
(1959), retrato de la burguesía francesa, pero no tiene éxito de público,
como las cuatro siguientes, entre las que se encuentra una de sus mejores
películas, Les bonnes femmes (1960),
la vida y los sueños de cuatro dependientas.
Chabrol vuelve a
interesar al público con su episodio de Paris
visto por… y Landrú (1962). Es una de las aproximaciones logradas a este
personaje, como el Verdoux de Charles
Chaplin. Landrço, bien interpretado por Charles Demmer. Durante la I Guerra
Mundial, con el fin de conseguir recursos para mantener a su mujer y cuatro
hijos, se dedicó a enamorar a mujeres maduras, once en total, a las que después asesinaba, quedándose con su
dinero. El guion de Françoise Sagan, sobresaliendo la emergente, Stéphane
Audrane. A partir de ahora prácticamente todas sus películas tendrán éxito, Tigre (1965), María Chantal contra el Doctor
Khia (1965), ironía sobre las películas de género y espionaje o Accidente sin huella (1967). Stéphane
Audran que había trabajado en Los primos
se convierte en protagonista de la mayoría de sus siguientes películas de esta
fase, encarnando un muchas de ellas el personaje de burguesa fría, amoral, vértice
de algunos triángulos característicos, destacando en Champaña para un asesino (1965), Les biches (1967), La mujer infiel (1968), El
carnicero (1970) o Al anochecer (1971). Chabrol rodó películas
hasta 2010.
Zazie en el metro |
Contaba con experiencia profesional en el
cine Louis Malle, cuando con
planteamientos originales realizó sus dos primeras películas protagonizadas por
Jean Moreau, Ascensor para el cadalso (1957), intriga policíaca mórbida y
sensual, un antiguo marino (Maurice Ronet) comete un crimen con la ayuda de su
amante (Jeanne Moreau) y queda encerrado en el ascensor, y Los amantes (1958), cuya protagonista casada (Jeanne Moreau) se
enamora de un joven (Jean-Marc Bory) en un viaje y a partir de entonces todos
sus actos estarán dominados por este intenso amor “fou”. Tiene escenas eróticas
bellamente rodadas, que contribuyeron al prestigio de Malle. Estas dos
películas, junto a las primeras de Chabrol son muy representativas de la nouvellle vague. Un reto distinto fue Zazie en el metro (1960), al trasladar
al lenguaje del cine el estilo del “Nouveau roman”, adaptando la novela de
Raymond Queneau. Un tema aparentemente sencillo, una niña de 12 años llega a
París con la ilusión de montar en metro, algo que no conseguirá al haber ese
día huelga. Zazie es una comedia disparatada, divertidísima, que ofrece una
visión ácida de París y sus habitantes a través de los ojos de esta descarada
niña. Malle para captar el “Nouveau roman” se inspiró en las películas del cine
mudo y en las de dibujos animados, obteniendo un resultado original.
Muy distinta es Vida privada (1961). Malle combina documental y ficción para contar
como una discreta joven (Brigitte Bardot) que vive apaciblemente en Ginebra, va
a París y se convierte en una popular estrella; agobiada por su fama, decide
retirarse volviendo a Suiza, pero no puede vencer el atractivo de ser famosa. Buen
drama sicológico. Desarrolló luego su estilo provocador y su actitud frente a
convencionalismos. Se atrevió a adaptar una novela de Drieu de La Rochelle,
marginado por sus ideas fascistas, Fuego
fatuo (1963), brillante realización de atmósfera funeraria sobre la
depresión y el suicidio. En 1968 en el documental rodado en India, Caluta, aborda los distintos y
contradictorios aspectos de esta gran ciudad. El soplo
al corazón (1971) provoca al tratar el tema del incesto. Igual que en el
excelente Lacombe Lucien (1974), film
polémico sobre el colaboracionismo francés con los nazis en 1944. Malle eligió
temas que permanecen en el recuerdo y es un maestro del lenguaje del cine.
Entre los primeros que iniciaron la nouvelle vague está Alain Resnais, pero forma parte de la
misma con criterios muy personales, caracterizados por la introspección, el
tono reflexivo, la memoria y un lenguaje apoyado en las imágenes, los encuadres
y el montaje. Hiroshima, mon amour
(1959), visita catorce años después del bombardeo atómico, esta ciudad para
recoger su tristeza y falta de esperanza. Un hombre enamorado dice a la mujer
que quiere, “Tu n’as rien vu à Hiroshima”
y ella le responde “J’ai tout vu”, ya
que para Resnais lo importante es ver para recordar. Destaca siempre el valor
del recuerdo, que reaparece en sus dos siguientes películas, El año pasado en Marienbad (1963), en la que la realidad parece una
pesadilla y en la que hay hallazgos sorpresivos y de gran fuerza expresiva, que
encontraremos nuevamente en Muriel ou le
temps d’un retour,1966).
Los paraguas de Cherburgo |
Autor singular, Jacques Demy, maestro del realismo poético, pleno de humor y
ternura, describe amores y desamores cotidianos. Ya su primera película fue un
éxito con ritmo de ballet, Lola
(1961), protagonizada por Anouk Aimée, que interpreta una bailarina en un
cabaret de Nantes. Todos los personajes buscan la felicidad y uno de ellos dice
“Vouloir le bonheur est deja le bonheur”.
Aun mayor es la repercusión de Los
paraguas de Cherburgo (1964), Palma de Oro del Festival de Cannes. Una
comedia musical, entre ópera y opereta, cantada al ritmo de los colores,
protagonizada por Catherine Deneuve. Poesía y humor en un marco encantado. Un
sentido de la poesía distinto había mostrado Georges Franju enfrentándose a un mundo gris y convencional en Ojos sin rostro (1960), un doctor
(Pierre Brasseur) y su ayudante (Alida Valli) cambian rostros en una atmósfera
de miedo con impresionantes imágenes surrealistas y expresionistas. Otra
película muy respetada fue Un coeur gros
comme ça (1962) de François
Reichenbach, con buena formación musical, autor de documentales de distintas
partes del mundo y de retratos de personalidades, desvela un París desconocido
que va descubriendo un joven senegalés que llega por su deseo de conocer París
y dedicarse al boxeo.
Cleo de 5 a 7 |
Con sus
cortometrajes, Agnès Varda, fue una
adelantada de la nouvelle vague.
Excelente fotógrafa, poseedora de un humor sarcástico, es autora de la
deliciosa y patética, Clèo de 5 à 7
(1962). Rodada en las calles de París, la duración de la película es la misma
que el fragmento de vida que recoge de una cantante (Corinne Marchand), a la
que acaban de diagnosticar un cáncer. Deambula por las calles parisinas, donde
encuentra una amiga frívola y un joven soldado. Muerte y esperanza al mismo
tiempo.
La rodilla de Clara |
“Frecuentemente
se dice que una película es profunda, cuando tiene “mensaje”, sin embargo, el
fin auténtico es alcanzar la belleza, como el de una novela o una sinfonía.
Contar con un buen argumento es importante, pero la puesta en escena, la “mirada” del director
crea un estilo, consigue una obra bella”,
comentó Eric Rohmer en
Barcelona. Su película La collectionneuse
(1966) está narrada por el
coleccionista de arte, Adrien (Patrick Bauchau), que está en su villa de
Saint-Tropez, con un amigo y Haydée (Haydée Politoff), joven frívola que cada
noche se acuesta con un muchacho distinto. Un coleccionista de obras de arte
frente a una coleccionista de hombres, muestran las dificultades de la amistad
hombre-mujer. Eric Rohmer representa el estilo más puro de la nouvelle vague. Su siguiente película,
basada en Pascal, La nuit chez Maud (1969),
desarrolla el tema favorito de sus “Cuentos morales”, la tentación vencida,
solo que en esta ocasión la tentación es Françoise Fabian. Un caballero hundido
en un sillón y una joven reposando en su cama, mantienen un duelo verbal en el
que las palabras están cargadas de sensualidad. En los actos se vence el deseo,
aunque sospechamos que de manera inútil. A continuación, obtiene un éxito de
público y de crítica con su más bello cuento moral, Ma nuit chez Maud (1969), un ingeniero (Jean-Louis Trintignant)
cree haber recibido un flechazo amoroso en una iglesia, pero después conocerá a
Maud (Françoise Fabian). Y deslumbra con La
rodilla de Clara (1970), un relato amoroso con una intriga de distintas
pistas, como si fuese una película de Hitchcock, con Jean-Claude Brialy, Béatrice
Romand, Aurora Cornu y Laurence de Monaghan. De manera metódica y rigurosa
Rohmer ha llegado a la cima de su arte.
Maitresse |
Dominada la producción,
Barbet Schroeder la combina por la dirección, manteniéndose fiel a los
postulados de la nouvelle vague. General Idi Amin Dada (1974) es un
singular retrato de este personaje que en 1971 había instalado la dictadura en
Uganda. Idi Amin quiso dirigir algunas partes de la película, como la escena en
la que preside un Consejo de ministros, celebrado para la película y cuando al
frente de sus tropas expone como conquistaría los altos del Golam. Es un
sincero retrato de este excéntrico personaje. A continuación Barbet Schroeder eligió un tema
difícil, el sadomasoquismo en Maitresse (1975). Olivier (Gerard
Depardieu) al entrar a robar descubre a su vecina Ariane (Bulle Ogier), vestida
de cuero y capa negra, con los instrumentos de tortura-placer y un cliente en
una jaula. Ariane insta a Olivier a colaborar y se establecerá una extraña
atracción entre ambos. Barbet Schroeder dirigió luego en Hollywood películas
por lo general convencionales, intercalando alguna más comprometida, en 1969, More, sobre la adicción a la heroína, y
en 1972, La vallée, un viaje
liberador de la mujer (Bulle Ogier) del Cónsul de Melbourne. La música de ambas
es de los Pink Floyd. Después dirige en Hollywood.
“La meilleure façon
de marcher, c’est encore la nôtre, c’est de mettre un pied devant l’autre et de
recommencer”. De esta popular canción de las colonias escolares, a las que
asistió, Claude Miller extrajo el
título de su primera película, La
meilleure façon de marcher (1975). Había participado como ayudante y
guionista en la nouvelle vague.
Trabajo con Godard, Bresson y tuvo una especial vinculación con François
Truffaut, quien le ayudó a montar esta película. Transcurre inicialmente en una
colonia en la que un monitor con aficiones teatrales es descubierto, disfrazado
de chica por otro monitor viril y deportivo. Entre ambos se establece una
relación difícil y ambigua. Muestra el interés de Miller por la adolescencia y
la sinceridad.
Crítico de “Cahiers du Cinéma”, Jean Douchet, fue en dos ocasiones
jurado del Certamen de Cortometrajes” en Barcelona, donde afirmó, que los
directores de la nouvelle vaguen, “estaban muy preocupados por la relación
entre su mundo interior con el exterior del que percibían impresiones y
buscaban una forma para sus películas que expresase la aceptación o clara o el
rechazo de ese mundo externo”. Es una reflexión que puede ayudar a entender
las obras de los autores de este movimiento cinematográfico.
Un hombre y una mujer |
Inclasificable Alain Robbe-Grillet, representante del “Nouveau roman”, escritor
del grupo denominado de la “mirada”,
que prefería los objetos a los personajes, su novela “El año pasado en
Marienbad” había sido llevada al cine por Resnais. Alain Robbe-Grillet, mejor
escritor que director, realizó El Edén y
después (1970). La vida de un grupo de jóvenes transcurre entre la
Universidad y el café Edén, un palacio de espejos, desdoblamientos de
personalidad y sensaciones mágicas. Es el mundo literario de Robbe-Grillet
adaptado al lenguaje del cine, pero con reglas y sintaxis propias. Atrajo la
brillantez de Claude Lelouch, pero
era considerado un director de musicales en el círculo de la nouvelle vague.
Tras su extraordinario éxito con Un
hombre y una mujer (1966), su estilo y cine adquiere un tono sentimental y
en la forma una gran belleza de imágenes. Intentó mostrar la cotidianidad en Vivir por vivir (1967), aunque sus
protagonistas no son corrientes. Robert (Yves Montand), reportero famoso de la
televisión cambia con frecuencia de amante, pero la última Candice (Candice Bergen)
le complica y ve peligrar su
matrimonio con Catherine (Annie Girardot).
Coincide con la nouvelle vague en el
tiempo, pero no pertenece a ella, Jacques
Tati, formado en el music-hall, heredero de la pantomima y del humor de Max
Linder y Buster Keaton y algunos ven coincidencias con Marck Sennet y Stan
Laurel, en cualquier caso, fue un genio descubridor de “gags” visuales y
acústicos de gran eficacia, creador del personaje de Hulot, un individuo
aparentemente inofensivo y patoso, aunque poseedor de rasgos amenazantes. Llamó
la atención con la originalidad de Las
vacaciones de Monsieur Hulot (1953) y
Mi tío (1958). Tati critica la sociedad moderna y los hábitos convencionales
de vida a través de las peripecias de Mr. Hulot con humor suave, que se va
convirtiendo en ácido en el transcurso de su obra, especialmente en Tráfico (1971).
Hay una variedad de directores, todos lectores de libros y admiradores de los grandes directores anteriores con una obra reconocible y destacada, por lo que el lazo de unión de la nouvelle vague
es que compartieron la política de autores en el cine, planteamiento que sigue siendo actual.
Directores comentados:
Jacques Rivettem Alexandre Astruc,
Françoic Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Louis Malle, Alain Resnais,
Jacques Demi, Georges Franju, Fraçois Reichenbach, Agnes Varda, Eric Rohmer,
Claude Lelouch, Barbet Schroeder, Claude Miller, Alain Robbe-Grillet, Jean Douchet, Jean´Dabiel Pollet y Jacques
Tati.