NUEVAS OLAS EN HOLLYWOOD
El cine norteamericano iniciaba una senda
de clasicismo, cuando se estrenan varias películas, con un tono de nueva ola, que
abren paso a la década de los 70 y a una generación que realiza un cambio
cinematográfico. En el sentido creativo y estricto son el “nuevo Hollywood”. La
primera de sus películas, Bonnie and
Clyde (1967), dirigida por Arthur
Penn, protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway, entusiasmó al
público. Dos jóvenes que matan y se aman
en la ensimismada América central, durante la Gran
Depresión, en un relato brillante, con un empleo hábil de todos los hallazgos utilizados por la “nouvelle vague” y la superación de las limitaciones en la temática de la violencia y el sexo, tratados con humor.
Le sigue otro éxito mundial, Easy Rider (1969) escrita y protagonizada por Peter Fonda y Denis Hopper, con la dirección del propio Denis Hopper. Dos jóvenes adquieren unas motos para recorrer dese Los Ángeles el suroeste de Estados Unidos para asistir en Nueva Orleans al Carnaval. Venden droga y se lanzan a la aventura de recorrer América, en la que se encontrarán con personajes curiosos y una expresiva banda sonora con grupos como Steppens o Los Byrds. Un público joven, hippy y progresista recibió con entusiasmo esta película, que se convirtió en símbolo de la contracultura y originó muchas imitaciones.
Depresión, en un relato brillante, con un empleo hábil de todos los hallazgos utilizados por la “nouvelle vague” y la superación de las limitaciones en la temática de la violencia y el sexo, tratados con humor.
Le sigue otro éxito mundial, Easy Rider (1969) escrita y protagonizada por Peter Fonda y Denis Hopper, con la dirección del propio Denis Hopper. Dos jóvenes adquieren unas motos para recorrer dese Los Ángeles el suroeste de Estados Unidos para asistir en Nueva Orleans al Carnaval. Venden droga y se lanzan a la aventura de recorrer América, en la que se encontrarán con personajes curiosos y una expresiva banda sonora con grupos como Steppens o Los Byrds. Un público joven, hippy y progresista recibió con entusiasmo esta película, que se convirtió en símbolo de la contracultura y originó muchas imitaciones.
En los 70 impacta en los espectadores, Tiburón (1975), dirigida por Steven
Spielberg, que cambia el modelo de cine de suspense y de terror, con este
tiburón come hombres que recorre las costas de Long Island, y cuya escena
inicial parece un homenaje a la secuencia de la ducha de Hitchcock. En la playa
una pareja, tras haber bebido bastante, el joven se queda dormido, mientras la
joven se baña desnuda y se ve sorprendida por las dentelladas del tiburón, que
hacen correr la sangre. Mezcla la aventura y el terror en la lucha de los
pescadores contra el tiburón y en la batalla a que da lugar su caza dirigida
por un científico, Richard Dreyfuss, el jefe de policía, Roy Schneider, y un
veterano cazador de tiburones, Robert Shark. Tiburón llenó las
localidades de los cines de todos los países.
Los principales directores, al frente
de este cambio son Martin Scorsese, George Lucas, Steven Spielberg. Francis
Ford Coppola, Robert Altman, Brian de Palma, Sam Pekinpah o un autor personal
Stanley Kubrick y dos genios del humor, Jerry Lewis y Woody Allen. Se recupera
el sano sentido crítico que debe tener el cine y la acción y el sexo adquieren
nuevas formas.
La “era Eisenhower” surge en American Graffiti (1973) de George
Lucas, rodada en el campus de una universidad de California. Fue producida por
Francis Ford Coppola, compañero de Lucas. American
Graffiti es una mirada nostálgica a la generación de 1962, cuando Lucas era
un “teen-ager”. Cuatro jóvenes terminan en la Universidad y pasan una larga
noche de verano con chicas, interrumpida por la inesperada visita de la
policía. Un fondo luminoso de neones multicolores y la fuerza del “rock and
roll” apoyan un verídico y divertido retrato de la despreocupada adolescencia
de esta época. American graffiti
refleja maravillosamente un mundo “kitsch” y convierte a los jóvenes en los
protagonistas de las películas, como también lo eran en las salas de cine.
Scorsese reconoce que Coppola, el productor
de esta película, es el líder del grupo del que forma parte también Steven
Spielberg. Coppola es un poco mayor y les ayudó a todos. Próximo a este grupo
está Robert Altman.
Nashville
El sueño americano, la cultura del coche y la
música “country” componen el electrizante mosaico o caleidoscopio, que es Nashville (1975) de Robert Altman. Un
partido político organiza un gigantesco concierto en Nashville, capital del
“country”, para captar seguidores. Altman aprovecha este argumento para hacer
un audaz “collage” de sorprendentes escenas. En ellas profundiza en numerosos
personajes de todas las capas sociales, con sentido del humor y un tono de
parodia. Excelente música y atractiva interpretación de actores jóvenes, poco
conocidos, destacando el debut de Lily Tomlin y causando impacto la canción
“I’m Easy” con Keith Carradine. Estamos en la generación del “rock and roll”,
drogas y sexo.
Nueva York
La fascinación por
Nueva York y la admiración por Robert de Niro calan muy hondo en Martín
Scorsese. Sus películas Malas calles (1973)
y Taxi driver (1976)) transcurren en
Nueva York, aunque Malas calles tuvo
que rodarla en Los Ángeles, ambientándola para que pareciese Nueva York. Ambas
son dos obras maestras, protagonizadas por Robert de Niro, desvelando Malas calles las costumbres de la vida en el barrio de
Little Italy en Nueva York y el código
ético de los mafiosos. También fascinó contemplar en Taxi Driver (1976) la alienación vivida
en una gran ciudad como Nueva York, que se cuenta a través del recorrido
nocturno de un taxista (Robert de Niro), un amargado veterano del Vietnam.
Scorsese muestra otra faceta del interior de EEUU en Alicia ya no vive aquí (1975). Alice
(Ellen Burstyn) al quedarse viuda trata de recuperar su vocación de cantante y
actúa sin éxito en Phoenix. Trasladada a Tucson, sin posibilidades de cantar,
empieza a trabajar como camarera en una cafetería y trata de alcanzar una
pequeña dosis de felicidad.
Scorsese estaba convencido de que cualquier
cosa que hiciese De Niro en la pantalla adquiría un encanto especial y si la
acción ocurría en Nueva York la magia de la ciudad penetraba en los rodajes.
Scorsese asegura que los diez primeros días de rodaje de New York New York (1977) han sido los más felices de su vida.
Estaba en su ciudad preferida y con De Niro, Liza Minnelli y buenos
colaboradores en los aspectos que considera fundamentales, como la música, la
ambientación y la producción.
Trata de las relaciones entre un saxofonista
(Robert de Niro) y una cantante (Liza Minnelli), que se aman y se pelean por
rivalidad artística, en los años 40, la época de las Big Bands. Scorsese
siempre planifica previamente, pero en esta ocasión improvisó bastante con
acierto, aunque duda de que toda la película tenga el tono justo. Entre sus
escenas preferidas se encuentra la del ensayo en el que Liza es la que cuenta
para empezar la actuación: “Un, dos,…”
y De Niro la interrumpe: “Soy yo quien
dirige la orquesta y el que cuenta…”. Luego le da una palmadita en la
espalda para humillarla. Scorsese opina que lo mejor de la película son los dos
actores y la falsa comedia musical, que introdujo, “Happy endings” en la que
interviene Larry Kert.
Hacia el Siglo XXI
Las películas de está
década contribuyen a la expresión cinematográfica, que llega hasta comienzos
del siglo XXI, cuando se inicia un nuevo ciclo. Steven Spielberg, George
Lucas y Francis Ford Coppola son
decisivos en la creación de un cine moderno, por su obra y por su capacidad de
liderazgo.
Steven
Spielberg es, sin duda, el director más influyente de esta generación y un
gran impulsor de las nuevas tecnologías. Intentó ingresar en dos ocasiones,
para estudiar cine, en la Universidad del Estado de California, siendo
rechazado. Se formó realizando cortos y programas para televisión, entre ellos
telefilms del género fantástico. Emulando a Welles e influido por Hitchcock, a
los veinticinco años dirige su primera película, El diablo sobre ruedas, conocida también por el título
original, Duel (1971), valorada en los Festivales de Cine.
Tiburón
abrió nuevos horizontes al cine de entretenimiento de calidad. Luego Renueva el cine de ciencia ficción con Encuentros en la tercera fase (1977), un
soberbio relato sobre el misterio de los platillos volantes y el encuentro de
los extraterrestres con los seres humanos. Spielberg inicia, como suele, la
película con una escena sorprendente, el aterrizaje de unos platillos volantes
por la noche, que llaman la atención de Roy Nearby (Richard Dreyfuss) y de un
niño, invitado por los extraterrestres a acompañarles. Tiene escenas
espectaculares, fantasía y los efectos especiales se suceden. Menos eficaz es el tono místico culminado por
la oración colectiva, dirigida por François Truffaut, o la escena en la montaña
Devil’s Tower, en Dakota del Sur, lugar clave para los protagonistas,
conocedores de que allí se producen esta clase de encuentros.
Spieberg obtiene otro notable éxito
de taquilla con esta inteligente mezcla de ciencia ficción de los 50, efectos
especiales y filosofía de Disney. Devil’s Tower se ha convertido en un lugar de
peregrinaje para los que creen en la existencia de extraterrestres, convencidos
de que se llevan en sus naves desde este lugar a los muchos norteamericanos,
que se dan por desaparecidos. Spielberg hizo en 1980 un nuevo montaje
eliminando explicaciones a mitad de la película innecesarias y agregando más
escenas de la nave y los extraterrestres, al final. Es la versión definitiva y,
a partir de esa fecha, la única existente. Spielberg critica la paranoia sobre
este tema, pero es un entusiasta del universo.
Sin abandonar el rigor
cinematográfico, a Spielberg le gusta un cine espectacular, como el que
descubre con la colaboración de George Lucas, como guionista, en Indiana Jones, en busca del arca perdida (1981),
inspirada en las antiguas series de aventuras. El montaje tiene siempre
sobrecogido al espectador, con su ritmo absorbente. El arqueólogo Indiana Jones
(Harrison Ford) aparece en la selva, acompañado por unos sospechosos indios. Va
en busca de un ídolo de oro, y se enfrenta a tarántulas, dardos envenados y
tribus que llevan terribles lanzas. Tras esta presentación, Spielberg muestra a
Indiana como un Profesor de Universidad al que el Gobierno encarga recuperar el
Arca en la que se guardan los Diez Mandamientos. Indiana luchará contra los
Nazis y su odio a los judíos. El ritmo, los efectos de imagen, los de sonido,
los decorados, los lugares de rodaje, la ambientación y su dominio del gran
espectáculo, marcan el estilo de Spielberg, que confirma con ET, el extraterrestre (1982) y la saga
de Indiana Jones.
Terminada American graffitti, George
Lucas impulsó la utilización de efectos especiales, creando su propia
empresa, Light Magic, y se interesa por la ciencia ficción, actualizando el
tema de Flash Gordon en La guerra de las
galaxias (1977), proyecto con el que recorrió todos los Estudios, hasta que
por fin Twentieth Century Fox decidió producirla. Le ofrecieron en vez de unos
honorarios, el 40% de los beneficios y dado el éxito mundial facilitó la
carrera de Lucas y abrió paso a una de las sagas de mayor aceptación. El primer
episodio es similar a un cuento de hadas protagonizado por una princesa de una
galaxia remota que escapa ayudada por sus Robots y un joven inexperto. El
atractivo de las imágenes, el cautivador montaje, las ideas que llegan
directamente al espectador, la convirtieron en un fenómeno colectivo,
impulsando la moda del cine de temas
espaciales.
Francis Ford Coppola contribuyó a la
renovación expresiva y como Spielberg, actuó con generosidad ayudando a jóvenes
directores norteamericanos y autores comprometidos, como Akira Kurosawa o
Wenders. Director vocacional atraído por el cine de Eisenstein, estudió en la
Escuela de Cine de la universidad de California, emprendiendo una carrera con
el propósito de dirigir, escribir y producir sus propias películas. Modernizó
el cine de gángsters con El Padrino I (1971),
basado en la novela de Mario Puzo, con quien escribió el guión. En El padrino la mafia se muestra como una
familia, aunque está formada por ladrones y asesinos. El patriarca de la
familia, Don Vito Corleone conocido en el mundo del crimen como el Padrino,
bien interpretado por Marlon Brando, es un emigrante italiano, que llegó a EEUU
a principios del siglo XX. Su familia tiene una apariencia deliciosa, desde la
primera secuencia en la que Don Vito prepara la boda de su hija y recibe a su
hijo Michael (Al Pacino), un oficial que ha participado en la II Guerra
Mundial. La acción se desarrolla en Nueva York, a mediados de los 40 y trata
del sucio negocio del juego, la corrupción, la violencia, la emigración, el
estado de la justicia y el inicio del negocio de la droga. Espléndida
interpretación, fotografía de tonos oscuros y música de Nino Rota.
El
Padrino II (1974) es superior a la primera parte, algo que no es habitual.
El Padrino ha muerto, estamos en 1958 y Michael, que al principio no aprobaba
los métodos de su padre, cambió de opinión, y situado al frente de los negocios
actúa sin escrúpulos. Amplía el negocio del juego en los casinos de Las Vegas y
entra en Cuba, a finales de la dictadura de Batista. La película se inicia con
una secuencia en la que Don Vito niño,
en Sicilia, presencia el asesinato de su familia y emigra a América. Varias
secuencias muestran a Don Vito joven, interpretado por Robert de Niro. Vemos el
ascenso en el mundo del crimen de Don Vito, en un Nueva York con el ambiente y
el color de la época. La parte de Don Vito joven termina con su venganza
matando al asesino de su padre. El tema de la venganza siciliana se desarrolla
con la actuación de Michael, ante los rivales que no respetan las reglas.
Còppola trata con cariño al numeroso grupo de italo norteamericanos, que
contribuyeron con su conducta mafiosa, organizada en “familias”, a la vida de
EEUU. El Padrino I y II son innovadoras en el cine de
gánsters, destacando el personaje de Marlon Brando, alejado de los
interpretados por Edward G. Robinson y James Cagney en los años 30.
La saga se completó con una tercera
parte, El Padrino III (1990). Michael
recibe una alta distinción del Vaticano, ha vendido sus negocios de juego y
entra en especulaciones inmobiliarias con el Banco del Vaticano. Hay alusiones
a los acontecimientos de esta época, como la muerte inexplicable de Juan Pablo
I y a las actividades irregulares de la Banca vaticana. Michael busca la
persona que ha de sustituirle y sigue una sucesión de asesinatos. Bien
realizada, Coppola ha perdido parte de su genialidad innovadora. Entre las dos
primeras partes, Coppola realizó una magnífica Conversación (1974) sobre una persona dedicada solo a su trabajo,
que poco a poco toma consciencia de la realidad en los años del Watergate,
consiguiendo un soberbio estudio de este hombre atribulado.
A continuación Coppola realiza el
ambicioso proyecto sobre la guerra del Vietnam, Apocalypse Now (1979) en la que los aspectos más interesantes son
los diversos experimentos de rodaje de Coppola y el paralelismo con “El corazón
de las tinieblas” de Joseph Conrad. En realidad supuso un gasto extraordinario
de tiempo y dinero por Coppola, del que difícilmente pudo rehacerse, por lo que
debió aceptar dirigir películas de encargo en su mayor parte.
2001, una odisea del
espacio
Perteneciente a la segunda generación, sin
formar parte de ningún grupo, mantiene su singularidad y espíritu innovador, Stanley Kubrik. Dota de fuerza y
violencia a las imágenes desde su revelación, Atraco perfecto (1956), narración innovadora del robo de la
recaudación de un hipódromo, un tema clásico con una construcción estética
geométrica y una original estructura,
basada en los puntos de vista de los distintos participantes. Senderos de gloria (1957) es una acerba
denuncia de la locura de la guerra y de unos fusilamientos injustos ejecutados
por el Ejército francés. El general al mando de una división encarga una misión
a un grupo de soldados, que fracasa, por lo que decide sortear entre ellos
para elegir tres que serán fusilados. Espartaco (1960) es una gran
superproducción en la que se mantienen los valores personales y diálogos
profundos gracias al guión de Dalton Trumbo. Las mejores secuencias
corresponden a la escuela de gladiadores y al circo.
Kubrick fustiga los prejuicios, es
antimilitarista y muestra gran preocupación social. Prototipo
de autor es interesante su concepto del proceso de creación: “No creo que los escritores, pintores o
directores de cine creen porque tengan algo que decir. Expresan lo que sienten
y les gustan las palabras, el olor de la pintura o del celuloide. Nunca un artista
auténtico ha creado supeditado a un punto de vista didáctico, incluso si él
opina que lo está haciendo”.
Anticipa el siglo XXI con una fiesta
visual intergaláctica, 2001, una Odisea
del Espacio (1968), que se inicia con un relato subliminal sobre la
creación del mundo, la aparición del hombre y su transformación en astronauta,
que felizmente acortó tras el estreno. Es un maravilloso y absorbente viaje a
Júpiter en una nave pilotada por el robot HAL, con escenas espectaculares en la
Estación espacial y en el descenso a la Luna. Fue acusada de poseer un oscuro
simbolismo, aunque no cabe duda de que abriera nuevos caminos, al descubrir las
posibilidades del Panavisión y del
rodaje en 70
milímetros .
Más tarde dirige una de las películas más debatidas
por su interés social y las escenas de violencia, La naranja mecánica (1971), basada en la obra de Anthony Burgess.
Un apólogo político situado en una Gran Bretaña futura. Duro y satírico. Unos
jóvenes con aspecto “punk”, liderados por Alex (Malcolm McDowell) aterrorizan a
los ciudadanos normales con sus atropellos, palizas y violaciones. En una de
sus acciones, Alex es golpeado por sus colegas cansados de su liderazgo.
Detenido, es llevado a la cárcel, donde Alex, se ofrece voluntario para someterse
a una nueva terapia de rehabilitación. Al salir de la prisión con el cerebro
lavado, encuentra a la sociedad más violenta, sin defenderse ante ella. Entre
imágenes llenas de brutalidad y sensualidad se abre paso la reflexión.
Paralelamente la utilización de la música refuerza el sentido de la película,
que adapta la edición norteamericana del libro de Burgess, en la que falta el
capítulo 21 y queda abierta la polémica sobre la efectividad de la terapia
aplicada por el Gobierno para corregir a los violentos.
2.4.- Un nuevo grupo
renovador
Unos jóvenes directores se decidieron a
crear una relación aun más independiente de las “majors”, aunque para
distribución y estreno en salas volvían a depender de ellas. Su cine se
caracteriza por la sensibilidad y la búsqueda estética. Hal Ashby cuenta, como un relato de los Hermanos Grimm, una
divertida y satírica historia, Harold y
Maude (1972). Un joven necrófilo enamorado de una cantante de 79 años,
interpretada por Ruth Gordon, quien acentúa el humor negro, al igual que los
comentarios de la madre del joven, Vivian Pickles. Sátira social, en la que es
tan importante lo que se cuenta, como la forma de contarlo. Hashby es autor de
una excelente reflexión sobre las consecuencias de la Guerra de Vietnam en los
soldados al volver al hogar, El regreso (1978).
Una comedia irónica e incisiva bastó a Jonathan Demme para definir su estilo y
conquistar Hollywood, Melvin y Howard
(1980). Una encantadora, pero
amarga, fábula sobre el sueño norteamericano,
inspirada en un personaje real, Melvin Dummar, quien tuvo un fugaz contacto
con Howard Hughes y reclamó a su muerte un legado de 156 millones de dólares. .
La película se inicia cuando Melvin recoge en una carretera de Nevada a una
persona mayor, que había tenido un accidente de moto y le pidió llevarle a Las
Vegas, que dijo llamarse Howard Hughes. A través de Melvin que trabaja en una
gasolinera y de su hija que quiere ser cantante nos lega una clara ráfaga de la
vida norteamericana de la clase trabajadora.
Sin maniqueísmo todos los personajes
tienen aspectos positivos y negativos en Una
mujer descasada (1977). Paul Mazursky realiza un conmovedor análisis sobre una mujer
que no tiene problemas (Jill Claybourgh) hasta que su marido, después de dieciséis años de
casados, le dice que se ha enamorado de una mujer en los almacenes
Bloomingdale. Con gran riqueza de detalles Mazursky describe los sentimientos
de angustia, temor y desconcierto de esta mujer para ordenar de nuevo su vida.
Es una visión de la clase media americana a la que pertenece la mujer y de
Manhattan, ya que trabaja en una Galería de Arte de Soho. Fue una revelación en el Festival de Cine de
Cannes y es un modelo de interpretación el trabajo de Jill Claybourg.
Brian
de Palma, autor de thrillers psicológicos, inspirados en el cine de
Hitchcock, alcanzó un gran éxito con Carrie
(1976) un film gótico de horror, que se desarrolla en un ambiente
estudiantil, en el que una joven reprimida, gracias a sus poderes mentales, se
venga de los autores de sus acosos. Su prestigio aumentó con Obsesión (1976)), homenaje a Hitchcock al contar como un viudo que viaja por Italia
encuentra a una mujer, vivo retrato de su esposa muerta en un secuestro.
Totalmente formalista, con movimientos constantes de la cámara, su obra está
influida por el cine europeo.
Con gusto experimental e influenciado
por la “nouvelle vague”, realiza Peter
Bogdanovich La última película (1971),
una mirada nostálgica sobre el paso de la juventud a la madurez en una pequeña
ciudad de Texas durante los años 50. Los ejes son el cine y la vida en este
pueblo de la América profunda. El pasado fue mejor y de él solo queda un
excéntrico “cowboy” y el cine que también se derrumbará, no sin proyectar Río bravo de Hawks. Desesperanza y
monotonía para los jóvenes, subrayada por el tratamiento de los espacios
rodados con gran angular y por los tiempos vacíos. Los jóvenes descubren la
liberación sexual y el reclutamiento para la guerra de Corea. Autor de películas ambiciosas, esta es la más
perfecta y como le dijo Orson Welles. “basta
una sola película sobresaliente para pasar a la historia del cine”.
Bob Rafelson opina que todo el mundo está marcado por sus
familias, tanto si nos alejamos, como si nos integramos a ellas. Profundiza en
la clase alta norteamericana en Mi vida
es mi vida (1970). El joven, que interpreta Jack Nicholson, trabaja como obrero
en unos pozos de petróleo en California y ante el próximo fallecimiento de su
padre descubrimos que pertenece a una familia de músicos de la buena sociedad
de Washington. El mismo es un gran pianista, profesión que dejó al sentir que
no podía llegar al nivel artístico de su padre. Es una interesante reflexión
sobre la frustración. Rafelson al terminar esta película declaró: “Hago el cine que está en mi cabeza, aunque
agradezco que sea visto por el público. Esta película, algunos la interpretan
como un episodio de un joven rebelde y otros como una saga familiar”.
Escuela
de Nueva York
En Nueva York, al tiempo, se rodaba un
cine experimental y vanguardista. Liderados por Robert Drew y Richard
Leacock un grupo de jóvenes directores había descubierto un estilo de
reportajes, próximo al “cinema-verité”. La revista de Jonas Mekas “Film
culture” fue la decisiva plataforma del New
American Cinema Group. Uno de sus
miembros, el entonces joven actor John Cassavetes, había sorprendido con la
espléndida Shadows (1960), en la
línea del cine de Godard, mostrando un Nueva York inédito con una atmósfera
inhóspita y profundizando en los problemas de sus personajes representativos,
entre los que se encuentran tres hermanos negros. La hermana de piel clara
siente los perjuicios raciales. Rodada con un equipo ligero de 16 mm ., bajo presupuesto y
realizada con libertad de movimientos de cámara y naturalidad por parte de los
actores. Ante su éxito volvió a rodarla en 35 mlm. y un planteamiento más
comercial.
Un ejercicio muy personal realiza John Cassavetes, con una brillante interpretación de todos los actores, en Maridos (1970), sobre la reacción de tres hombres casados, de mediana edad, impresionados por la muerte de su mejor amigo. Tras su entierro se trasladan a Manhattan donde tratan de divertirse y acaban marchándose de fin de semana a Londres donde beben y cantan. Los tres amigos charlan sobre la tristeza y vaciedad de sus vidas, puede que asustados por la muerte o sencillamente desilusionados consigo mismos. Es un modelo de cine alternativo con ambición temática y un gran sentido del humor. Los protagonistas están extraordinariamente interpretados por Peter Falk, Ben Gazzara y el propio Cassavetes, que aportaron espontaneidad y realismo, improvisando los diálogos entre los tres actores en el rodaje, que duró un año.
Realizador singular Terence Malick se le considera desde su
primera película un director de culto, Malas
tierras (1973) de una gran belleza debida a una fotografía natural.
Describe los sentimientos con delicadeza y se inspira en un hecho real ocurrido
en los años 50, cuando, en la realidad, dos jóvenes, Charles Carruther y Cari
Ánn Fugate, recorrieron América, dejando un reguero de asesinatos. Este hecho
inspira la película que inicia en Dakota del Sur donde Kit (Martin Sheen) con
veinte años, decide marcharse con su novia Holly (Sissy Spacek), de 15 años.
Ambos parten hacia las Badlands de Montana. Viajan en un automóvil, sustituto
del caballo de los westerns clásicos, cometiendo en sus robos distintos
asesinatos.
Malik ofrece una visión pesimista
de América y se nota que su protector fue Arthur Penn al recordar Bonnie and Clyde. Los asesinatos se
presentan como una reacción, no una decisión previa, con carácter ambiguo, en
línea con la mitificación popular de la pareja real, Carruther-Fugate.
La riqueza visual aumenta en Días de cielo (1978). Malick tiene
conocimientos fotográficos y pictóricos, admirando la naturalidad de la
iluminación de los grandes maestros, King Vidor o Josef von Stenberg. A Malcik
le interesó la fotografía de El pequeño
salvaje, contratando a Néstor Almendros, el habitual director de fotografía
de Truffaut. Almendros al hablar de Días
de cielo dice: “La fotografía es un
homenaje a los creadores de imágenes del cine mudo a quienes admiro por su
santa simplicidad”. Almendros suele utilizar referencias pictóricas, en
este caso su inspiración procede de pintores norteamericanos, Wyeth y Dennis
Hopper, y en n fotografías de los reporteros de la época que le facilitó
Malick.
La acción empieza en 1916, en
Chicago, donde una pareja de amantes, Bill (Richard Gere) y Abby (Brooke
Adams), ante la miseria de su situación deciden trasladarse a Texas. Llegan a
un rancho haciéndose pasar por hermanos. El propietario (Sam Shephard) se
enamora de Abby y aunque gravemente enfermo quiere casarse con ella. Los
amantes aceptan pensando que mejorarán de fortuna a la muerte del granjero, pero este no se muere y se
desencadena por los celos la tragedia.
La película no se rodó en Texas, sino
en Canadá, por razones económicas y de
localización. Malick había encontrado al sur de la provincia de Alberta unos
extensos cultivos que pertenecían a la secta de los hutteritas, que trabajaban
con métodos primitivos y maquinaria anticuada, junto a típicas construcciones. Los campos de trigo
se adaptaban a la idea de Malick. Malick tras el éxito de Días de cielo se marchó a Francia donde estuvo veinte años dando
clases de literatura inglesa, no volviendo a dirigir hasta 1998.
Un grupo de directores, con
criterio más clásico, es autor de notables películas. Arthur Penn, con Pequeño Gran
Hombre (L1970) consigue un film
épico sobre la extensión norteamericana al Oeste y el cambio de vida a que
fueron sometidos los indios Cheyennes. Narrativamente está construida con
flashbakcs del relato que a un historiador, realiza Jack Crabb (Dustin Hoffman)
de 121 años, único superviviente del ejército del General Custer, el
psicomaniático, que estuvo al mando en la batalla de Little Big Horn.
Mike
Nichols es autor de una piedra básica del cine norteamericano, El graduado (1967), comedia agridulce
sobre las relaciones de un joven graduado (Dustin Hoffman, en su primer protagonista), con su novia
(Catharine Ross) y sobretodo con la neurótica madre (Anne Bancroft). La primera
cita amorosa entre el joven y la madre es una e las más divertidas del cine. La
película innova al presentar la incomunicación familiar y la confusión de la
juventud.
Sidney
Lumet con Serpico (1973) nos introduce, en un viaje lleno de realismo
por las calles de Nueva York, al mundo de la corrupción y de la droga,
innovador entonces y aun actual. El agente de policía Frank Serpico (Al Pacino)
se enfrenta a las corrupciones en su propio cuerpo policial. La película
comienza con Serpico herido, mostrando en flash-back fragmentos de la vida real
de Nueva York, en estilo documental, adquiriendo después un tono de thriller
brillante.
Imágenes hipnóticas y preocupación por la
corrupción social y política caracterizan a Alan J. Pakula. Asociado en sus inicios como productor con Robert
Mulligan, tuvo un primer éxito con Klute (1971) y define su estilo en Todos
los hombres del Presidente (1976). Azota a Nixon y profundiza en el escándalo del espionaje de Watergate,
construyendo un intenso thriller político. Los dos periodistas del “Washington
Post” interpretados por Robert Redford y Dustin Hoffman, forman parte de un
reparto en el que todos actúan con un alto nivel, destacando, como en todo su
cine, la soledad de los personajes.
Sam Peckinpah
Fue recibido como uno de los grandes del cine del Oeste, después de Duelo en la Alta Sierra (1962), rodada en el grandioso Inion National Forest, California, y con la buena interpretación de Joel McCrea y Randolph Scott, en dos antiguos defensores de la ley, que aceptan custodiar el traslado del oro a un banco, pero uno de ellos tiene propósitos distintos. Peckinpah se convirtió en un maestro del cine violento, representante del “late western” que guarda relación con el cine del Oeste italiano-español.
Fue recibido como uno de los grandes del cine del Oeste, después de Duelo en la Alta Sierra (1962), rodada en el grandioso Inion National Forest, California, y con la buena interpretación de Joel McCrea y Randolph Scott, en dos antiguos defensores de la ley, que aceptan custodiar el traslado del oro a un banco, pero uno de ellos tiene propósitos distintos. Peckinpah se convirtió en un maestro del cine violento, representante del “late western” que guarda relación con el cine del Oeste italiano-español.
Al tono violento y al humor une la
brutalidad sangrienta en Grupo salvaje (1969),
en la frontera entre Texas y México, 1913, un grupo de veteranos forajidos
decide dar un último golpe aprovechando la revolución mexicana. Más tarde
realizó el ambicioso, Pat Garrett y Billy
the Kid (1973). El sheriff Garret (James Coburn) debe capturar a su antiguo
compañero de fechorías, Billy (Kris Kristofferson), al que terminará matando.
Cuando el sheriff se aleja, cumplida su misión, un niño le apedrea. Film
violento y un poco deslavazado, por lo que tras su estreno, Pekinpah realizó en
1989 un nuevo montaje, recuperando escenas de los descartes y aumentando su
duración en 16 minutos. Esta nueva versión fue bien recibida por la crítica.
2.5.- Dos casos excepcionales
Jerry Lewis y Woody Allen enlazan con el
cine cómico de los primeros años, una etapa genial en la que los personajes
creados eran a la vez grotescos y elegantes, pero siempre capaces de despertar
la risa, la forma más humana de trascendencia. Aquellos films estaban dominados
por la euforia, mientras que las obras de estos dos autores están presididas
por la neurosis, lo que indica el cambio social y espiritual entre estas dos
épocas.
Innovador y original, Jerry Lewis conoció el éxito como actor
cómico al encarnar el papel del patoso americano. Tenía una voz característica
y un talento personal que le llevó a la popularidad en radio y televisión con
sus actuaciones formando pareja con Dean Martin. Ambos actúan en una divertida
película de Frank Tashlin, Artistas y
modelos (1955). Interpretan un escritor que en sus pesadillas recibe por
telepatía informaciones, que traslada a su amigo, un pintor, que las convierte
en “comics”, en el marco de Greenway Village.
Inicia su carrera como
director con El Profesor chiflado (1963),
con un estilo de comicidad en la
tradición del “comic” y del “gag” y un atractivo uso del color. Es una versión
del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en el campus de una Universidad norteamericana. Un
profesor excéntrico (Jerry Lewis) es admirado por una joven discípula, Stella
(Stella Stevens) y objeto de burla por algunos alumnos. El profesor descubre un
elixir que le transforma en cantante, un ídolo del pop, dando lugar a equívocos
humorísticos. Jerry Lewis la considera su mejor película.
Woody Allen
“¿Tiene entradas para mi estreno de esta noche, ya que vienen unos
amigos? Perdone, que las pida con tan poco tiempo”, pregunta Woody Allen al
taquillero. Este le responde,”Ningún
problema, Mr. Allen, aquí tiene 400. Y como tiene mucha familia le puedo dar, 2500” . Woody Allen ironiza sobre la
aceptación de sus películas en EEUU. Su humor crítico ha sido siempre bien
apreciado en círculos intelectuales de EEUU, aunque Bananas (1971) fue considerada muy divertida por un sector amplio
de público, con “gags” extraordinarios. Woody Allen participa en la revolución
contra un dictador de Iberoamérica, con la intervención de una activista, una
atractiva guerrillera, el FBI y la CIA.
Menos fortuna tuvo con Todo lo que usted siempre quiso saber del
sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), film de “sketches” en el que
sobresale el último, que al plantearse ¿qué es la eyaculación?, aparecen las
operaciones de un centro de control, que en realidad no es más que el cerebro
de un hombre que está haciendo el amor.
Evoluciona hacia “gags”
visuales, aunque sigue su torrente de bromas e ironías verbales en El dormilón (1973), parodia futurista en
la que un hombre, Woody Allen, ha permanecido hibernado doscientos años. Cuando
le despiertan, tratan de utilizarle para contrarrestar un movimiento disidente.
Woody Allen avanza con un guión más estructurado en La última noche de Boris Guschenko (1974), un ambicioso relato de
un cobarde (Woody Allen) quien, en prisión por atentar contra Napoleón en 1812,
repasa su vida. La crítica americana le acusó de influencias de “Guerra y paz”
de Tolstoi y del cine de Ingmar Bergman, pero abría un nuevo periodo en el
estilo de Allen.
Se convierte en ídolo de las minorías
con Annie Hall (1977). Woody Allen,
un escritor que vive solo en Brooklyn, conoce a una cantante, Diane Keaton, con
la que vive un romance. Es ya el universo de Allen, el que entusiasma a sus
“fans”, romanticismo, calidez, humor inteligente, exposición de la dificultad
de comunicación y una actitud
neoyorquina frente a Los Ángeles. Esta película, junto a El dormilón y La última noche
de Boris Guschenko, con Diane Keaton, tienen ya la marca de su personal
obra.
El cine norteamericano actual aprovecha
los hallazgos de estas décadas y ensaya nuevas formas y temas. Se generalizan
los efectos especiales, surgen los “blockbisters”, las superproducciones para
el verano y, aunque hay películas comprometidas, en cierto modo, una parte del
cine y del público se infantiliza.