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viernes, 30 de noviembre de 2018




   



 NUEVAS OLAS EN HOLLYWOOD



   El cine norteamericano iniciaba una senda de clasicismo, cuando se estrenan varias películas, con un tono de nueva ola, que abren paso a la década de los 70 y a una generación que realiza un cambio cinematográfico. En el sentido creativo y estricto son el “nuevo Hollywood”. La primera de sus películas, Bonnie and Clyde (1967), dirigida por Arthur Penn, protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway, entusiasmó al público. Dos jóvenes  que matan y se aman en la ensimismada América central, durante la Gran
Depresión, en un relato brillante, con un empleo hábil de todos los hallazgos utilizados por la “nouvelle vague” y la superación de las limitaciones en la temática de la violencia y el sexo, tratados con humor.



     Le sigue otro éxito mundial, Easy Rider (1969) escrita y protagonizada por Peter Fonda y Denis Hopper, con la dirección del propio Denis Hopper. Dos jóvenes adquieren unas motos para recorrer dese Los Ángeles el suroeste de Estados Unidos para asistir en Nueva Orleans al Carnaval. Venden droga y se lanzan a la aventura de recorrer América, en la que se encontrarán con personajes curiosos y una expresiva banda sonora con grupos como Steppens o Los Byrds.  Un público joven, hippy y progresista recibió con entusiasmo esta película, que se convirtió en símbolo de la contracultura y originó muchas imitaciones.

        En los 70 impacta en los espectadores, Tiburón (1975), dirigida por Steven Spielberg, que cambia el modelo de cine de suspense y de terror, con este tiburón come hombres que recorre las costas de Long Island, y cuya escena inicial parece un homenaje a la secuencia de la ducha de Hitchcock. En la playa una pareja, tras haber bebido bastante, el joven se queda dormido, mientras la joven se baña desnuda y se ve sorprendida por las dentelladas del tiburón, que hacen correr la sangre. Mezcla la aventura y el terror en la lucha de los pescadores contra el tiburón y en la batalla a que da lugar su caza dirigida por un científico, Richard Dreyfuss, el jefe de policía, Roy Schneider, y un veterano cazador de tiburones, Robert Shark. Tiburón  llenó las localidades de los cines de todos los países.
        Los principales directores, al frente de este cambio son Martin Scorsese, George Lucas, Steven Spielberg. Francis Ford Coppola, Robert Altman, Brian de Palma, Sam Pekinpah o un autor personal Stanley Kubrick y dos genios del humor, Jerry Lewis y Woody Allen. Se recupera el sano sentido crítico que debe tener el cine y la acción y el sexo adquieren nuevas formas.

American Graffiti



         
     La “era Eisenhower” surge en American Graffiti (1973) de George Lucas, rodada en el campus de una universidad de California. Fue producida por Francis Ford Coppola, compañero de Lucas. American Graffiti es una mirada nostálgica a la generación de 1962, cuando Lucas era un “teen-ager”. Cuatro jóvenes terminan en la Universidad y pasan una larga noche de verano con chicas, interrumpida por la inesperada visita de la policía. Un fondo luminoso de neones multicolores y la fuerza del “rock and roll” apoyan un verídico y divertido retrato de la despreocupada adolescencia de esta época. American graffiti refleja maravillosamente un mundo “kitsch” y convierte a los jóvenes en los protagonistas de las películas, como también lo eran  en las salas de cine.

   Scorsese reconoce que Coppola, el productor de esta película, es el líder del grupo del que forma parte también Steven Spielberg. Coppola es un poco mayor y les ayudó a todos. Próximo a este grupo está Robert Altman.

Nashville
  El sueño americano, la cultura del coche y la música “country” componen el electrizante mosaico o caleidoscopio, que es Nashville (1975) de Robert Altman. Un partido político organiza un gigantesco concierto en Nashville, capital del “country”, para captar seguidores. Altman aprovecha este argumento para hacer un audaz “collage” de sorprendentes escenas. En ellas profundiza en numerosos personajes de todas las capas sociales, con sentido del humor y un tono de parodia. Excelente música y atractiva interpretación de actores jóvenes, poco conocidos, destacando el debut de Lily Tomlin y causando impacto la canción “I’m Easy” con Keith Carradine. Estamos en la generación del “rock and roll”, drogas y sexo.

Nueva York

La fascinación por Nueva York y la admiración por Robert de Niro calan muy hondo en Martín Scorsese. Sus películas Malas calles (1973) y Taxi driver (1976)) transcurren en Nueva York, aunque Malas calles tuvo que rodarla en Los Ángeles, ambientándola para que pareciese Nueva York. Ambas son dos obras maestras, protagonizadas por Robert de Niro, desvelando Malas calles  las costumbres de la vida en el barrio de Little Italy en Nueva York y el código  ético de los mafiosos. También fascinó contemplar en Taxi Driver (1976) la alienación vivida en una gran ciudad como Nueva York, que se cuenta a través del recorrido nocturno de un taxista (Robert de Niro), un amargado veterano del Vietnam.

         Scorsese muestra otra faceta del interior de EEUU en Alicia ya no vive aquí (1975). Alice (Ellen Burstyn) al quedarse viuda trata de recuperar su vocación de cantante y actúa sin éxito en Phoenix. Trasladada a Tucson, sin posibilidades de cantar, empieza a trabajar como camarera en una cafetería y trata de alcanzar una pequeña dosis de felicidad.




   Scorsese estaba convencido de que cualquier cosa que hiciese De Niro en la pantalla adquiría un encanto especial y si la acción ocurría en Nueva York la magia de la ciudad penetraba en los rodajes. Scorsese asegura que los diez primeros días de rodaje de New York New York (1977) han sido los más felices de su vida. Estaba en su ciudad preferida y con De Niro, Liza Minnelli y buenos colaboradores en los aspectos que considera fundamentales, como la música, la ambientación y la producción. 

        Trata de las relaciones entre un saxofonista (Robert de Niro) y una cantante (Liza Minnelli), que se aman y se pelean por rivalidad artística, en los años 40, la época de las Big Bands. Scorsese siempre planifica previamente, pero en esta ocasión improvisó bastante con acierto, aunque duda de que toda la película tenga el tono justo. Entre sus escenas preferidas se encuentra la del ensayo en el que Liza es la que cuenta para empezar la actuación: “Un, dos,…” y De Niro la interrumpe: “Soy yo quien dirige la orquesta y el que cuenta…”. Luego le da una palmadita en la espalda para humillarla. Scorsese opina que lo mejor de la película son los dos actores y la falsa comedia musical, que introdujo, “Happy endings” en la que interviene Larry Kert.

Hacia el Siglo XXI

        Las películas de está década contribuyen a la expresión cinematográfica, que llega hasta comienzos del siglo XXI, cuando se inicia un nuevo ciclo. Steven Spielberg, George Lucas y Francis Ford Coppola son decisivos en la creación de un cine moderno, por su obra y por su capacidad de liderazgo.

       Steven Spielberg es, sin duda, el director más influyente de esta generación y un gran impulsor de las nuevas tecnologías. Intentó ingresar en dos ocasiones, para estudiar cine, en la Universidad del Estado de California, siendo rechazado. Se formó realizando cortos y programas para televisión, entre ellos telefilms del género fantástico. Emulando a Welles e influido por Hitchcock, a los veinticinco años dirige su primera película, El diablo sobre ruedas, conocida también por el título original,  Duel (1971), valorada en los Festivales de Cine.



 Tiburón abrió nuevos horizontes al cine de entretenimiento de calidad. Luego   Renueva el cine de ciencia ficción con Encuentros en la tercera fase (1977), un soberbio relato sobre el misterio de los platillos volantes y el encuentro de los extraterrestres con los seres humanos. Spielberg inicia, como suele, la película con una escena sorprendente, el aterrizaje de unos platillos volantes por la noche, que llaman la atención de Roy Nearby (Richard Dreyfuss) y de un niño, invitado por los extraterrestres a acompañarles. Tiene escenas espectaculares, fantasía y los efectos especiales se suceden.  Menos eficaz es el tono místico culminado por la oración colectiva, dirigida por François Truffaut, o la escena en la montaña Devil’s Tower, en Dakota del Sur, lugar clave para los protagonistas, conocedores de que allí se producen esta clase de encuentros.

          Spieberg obtiene otro notable éxito de taquilla con esta inteligente mezcla de ciencia ficción de los 50, efectos especiales y filosofía de Disney. Devil’s Tower se ha convertido en un lugar de peregrinaje para los que creen en la existencia de extraterrestres, convencidos de que se llevan en sus naves desde este lugar a los muchos norteamericanos, que se dan por desaparecidos. Spielberg hizo en 1980 un nuevo montaje eliminando explicaciones a mitad de la película innecesarias y agregando más escenas de la nave y los extraterrestres, al final. Es la versión definitiva y, a partir de esa fecha, la única existente. Spielberg critica la paranoia sobre este tema, pero es un entusiasta del universo.

             Sin abandonar el rigor cinematográfico, a Spielberg le gusta un cine espectacular, como el que descubre con la colaboración de George Lucas, como guionista, en Indiana Jones, en busca del arca perdida (1981), inspirada en las antiguas series de aventuras. El montaje tiene siempre sobrecogido al espectador, con su ritmo absorbente. El arqueólogo Indiana Jones (Harrison Ford) aparece en la selva, acompañado por unos sospechosos indios. Va en busca de un ídolo de oro, y se enfrenta a tarántulas, dardos envenados y tribus que llevan terribles lanzas. Tras esta presentación, Spielberg muestra a Indiana como un Profesor de Universidad al que el Gobierno encarga recuperar el Arca en la que se guardan los Diez Mandamientos. Indiana luchará contra los Nazis y su odio a los judíos. El ritmo, los efectos de imagen, los de sonido, los decorados, los lugares de rodaje, la ambientación y su dominio del gran espectáculo, marcan el estilo de Spielberg, que confirma con ET, el extraterrestre (1982) y la saga de Indiana Jones.

            Terminada American graffitti, George Lucas impulsó la utilización de efectos especiales, creando su propia empresa, Light Magic, y se interesa por la ciencia ficción, actualizando el tema de Flash Gordon en La guerra de las galaxias (1977), proyecto con el que recorrió todos los Estudios, hasta que por fin Twentieth Century Fox decidió producirla. Le ofrecieron en vez de unos honorarios, el 40% de los beneficios y dado el éxito mundial facilitó la carrera de Lucas y abrió paso a una de las sagas de mayor aceptación. El primer episodio es similar a un cuento de hadas protagonizado por una princesa de una galaxia remota que escapa ayudada por sus Robots y un joven inexperto. El atractivo de las imágenes, el cautivador montaje, las ideas que llegan directamente al espectador, la convirtieron en un fenómeno colectivo, impulsando la moda del cine  de temas espaciales.




          Francis Ford Coppola contribuyó a la renovación expresiva y como Spielberg, actuó con generosidad ayudando a jóvenes directores norteamericanos y autores comprometidos, como Akira Kurosawa o Wenders. Director vocacional atraído por el cine de Eisenstein, estudió en la Escuela de Cine de la universidad de California, emprendiendo una carrera con el propósito de dirigir, escribir y producir sus propias películas. Modernizó el cine de gángsters con El Padrino I (1971), basado en la novela de Mario Puzo, con quien escribió el guión. En El padrino la mafia se muestra como una familia, aunque está formada por ladrones y asesinos. El patriarca de la familia, Don Vito Corleone conocido en el mundo del crimen como el Padrino, bien interpretado por Marlon Brando, es un emigrante italiano, que llegó a EEUU a principios del siglo XX. Su familia tiene una apariencia deliciosa, desde la primera secuencia en la que Don Vito prepara la boda de su hija y recibe a su hijo Michael (Al Pacino), un oficial que ha participado en la II Guerra Mundial. La acción se desarrolla en Nueva York, a mediados de los 40 y trata del sucio negocio del juego, la corrupción, la violencia, la emigración, el estado de la justicia y el inicio del negocio de la droga. Espléndida interpretación, fotografía de tonos oscuros y música de Nino Rota.

      El Padrino II (1974) es superior a la primera parte, algo que no es habitual. El Padrino ha muerto, estamos en 1958 y Michael, que al principio no aprobaba los métodos de su padre, cambió de opinión, y situado al frente de los negocios actúa sin escrúpulos. Amplía el negocio del juego en los casinos de Las Vegas y entra en Cuba, a finales de la dictadura de Batista. La película se inicia con una  secuencia en la que Don Vito niño, en Sicilia, presencia el asesinato de su familia y emigra a América. Varias secuencias muestran a Don Vito joven, interpretado por Robert de Niro. Vemos el ascenso en el mundo del crimen de Don Vito, en un Nueva York con el ambiente y el color de la época. La parte de Don Vito joven termina con su venganza matando al asesino de su padre. El tema de la venganza siciliana se desarrolla con la actuación de Michael, ante los rivales que no respetan las reglas. Còppola trata con cariño al numeroso grupo de italo norteamericanos, que contribuyeron con su conducta mafiosa, organizada en “familias”, a la vida de EEUU. El Padrino I y II son innovadoras en el cine de gánsters, destacando el personaje de Marlon Brando, alejado de los interpretados por Edward G. Robinson y James Cagney en los años 30.

       La saga se completó con una tercera parte, El Padrino III (1990). Michael recibe una alta distinción del Vaticano, ha vendido sus negocios de juego y entra en especulaciones inmobiliarias con el Banco del Vaticano. Hay alusiones a los acontecimientos de esta época, como la muerte inexplicable de Juan Pablo I y a las actividades irregulares de la Banca vaticana. Michael busca la persona que ha de sustituirle y sigue una sucesión de asesinatos. Bien realizada, Coppola ha perdido parte de su genialidad innovadora. Entre las dos primeras partes, Coppola realizó una magnífica Conversación (1974) sobre una persona dedicada solo a su trabajo, que poco a poco toma consciencia de la realidad en los años del Watergate, consiguiendo un soberbio estudio de este hombre atribulado.

           A continuación Coppola realiza el ambicioso proyecto sobre la guerra del Vietnam, Apocalypse Now (1979) en la que los aspectos más interesantes son los diversos experimentos de rodaje de Coppola y el paralelismo con “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad. En realidad supuso un gasto extraordinario de tiempo y dinero por Coppola, del que difícilmente pudo rehacerse, por lo que debió aceptar dirigir películas de encargo en su mayor parte.

2001, una odisea del espacio

        Perteneciente a la segunda generación, sin formar parte de ningún grupo, mantiene su singularidad y espíritu innovador, Stanley Kubrik. Dota de fuerza y violencia a las imágenes desde su revelación, Atraco perfecto (1956), narración innovadora del robo de la recaudación de un hipódromo, un tema clásico con una construcción estética geométrica  y una original estructura, basada en los puntos de vista de los distintos participantes. Senderos de gloria (1957) es una acerba denuncia de la locura de la guerra y de unos fusilamientos injustos ejecutados por el Ejército francés. El general al mando de una división encarga una misión a un grupo de soldados, que fracasa, por lo que decide sortear entre ellos para  elegir tres que serán fusilados. Espartaco (1960) es una gran superproducción en la que se mantienen los valores personales y diálogos profundos gracias al guión de Dalton Trumbo. Las mejores secuencias corresponden a la escuela de gladiadores y al circo.

      Kubrick fustiga los prejuicios, es antimilitarista y muestra gran preocupación social. Prototipo de autor es interesante su concepto del proceso de creación: “No creo que los escritores, pintores o directores de cine creen porque tengan algo que decir. Expresan lo que sienten y les gustan las palabras, el olor de la pintura o del celuloide. Nunca un artista auténtico ha creado supeditado a un punto de vista didáctico, incluso si él opina que lo está haciendo”.

        Anticipa el siglo XXI con una fiesta visual intergaláctica, 2001, una Odisea del Espacio (1968), que se inicia con un relato subliminal sobre la creación del mundo, la aparición del hombre y su transformación en astronauta, que felizmente acortó tras el estreno. Es un maravilloso y absorbente viaje a Júpiter en una nave pilotada por el robot HAL, con escenas espectaculares en la Estación espacial y en el descenso a la Luna. Fue acusada de poseer un oscuro simbolismo, aunque no cabe duda de que abriera nuevos caminos, al descubrir las posibilidades del Panavisión y  del rodaje en 70 milímetros.




       Más tarde dirige una de las películas más debatidas por su interés social y las escenas de violencia, La naranja mecánica (1971), basada en la obra de Anthony Burgess. Un apólogo político situado en una Gran Bretaña futura. Duro y satírico. Unos jóvenes con aspecto “punk”, liderados por Alex (Malcolm McDowell) aterrorizan a los ciudadanos normales con sus atropellos, palizas y violaciones. En una de sus acciones, Alex es golpeado por sus colegas cansados de su liderazgo. Detenido, es llevado a la cárcel, donde Alex, se ofrece voluntario para someterse a una nueva terapia de rehabilitación. Al salir de la prisión con el cerebro lavado, encuentra a la sociedad más violenta, sin defenderse ante ella. Entre imágenes llenas de brutalidad y sensualidad se abre paso la reflexión. Paralelamente la utilización de la música refuerza el sentido de la película, que adapta la edición norteamericana del libro de Burgess, en la que falta el capítulo 21 y queda abierta la polémica sobre la efectividad de la terapia aplicada por el Gobierno para corregir a los violentos.

2.4.- Un nuevo  grupo  renovador

        Unos jóvenes directores se decidieron a crear una relación aun más independiente de las “majors”, aunque para distribución y estreno en salas volvían a depender de ellas. Su cine se caracteriza por la sensibilidad y la búsqueda estética. Hal Ashby cuenta, como un relato de los Hermanos Grimm, una divertida y satírica historia, Harold y Maude (1972). Un joven necrófilo enamorado de una cantante de 79 años, interpretada por Ruth Gordon, quien acentúa el humor negro, al igual que los comentarios de la madre del joven, Vivian Pickles. Sátira social, en la que es tan importante lo que se cuenta, como la forma de contarlo. Hashby es autor de una excelente reflexión sobre las consecuencias de la Guerra de Vietnam en los soldados al volver al hogar, El regreso (1978).

             Una comedia irónica e incisiva bastó a Jonathan Demme para definir su estilo y conquistar Hollywood, Melvin y Howard (1980). Una encantadora, pero amarga, fábula sobre el sueño norteamericano, inspirada en un personaje real, Melvin Dummar, quien tuvo un fugaz contacto con Howard Hughes y reclamó a su muerte un legado de 156 millones de dólares. . La película se inicia cuando Melvin recoge en una carretera de Nevada a una persona mayor, que había tenido un accidente de moto y le pidió llevarle a Las Vegas, que dijo llamarse Howard Hughes. A través de Melvin que trabaja en una gasolinera y de su hija que quiere ser cantante nos lega una clara ráfaga de la vida norteamericana de la clase trabajadora.

       Sin maniqueísmo todos los personajes tienen aspectos positivos y negativos en Una mujer descasada (1977). Paul Mazursky realiza un conmovedor análisis sobre una mujer que no tiene problemas (Jill Claybourgh) hasta que  su marido, después de dieciséis años de casados, le dice que se ha enamorado de una mujer en los almacenes Bloomingdale. Con gran riqueza de detalles Mazursky describe los sentimientos de angustia, temor y desconcierto de esta mujer para ordenar de nuevo su vida. Es una visión de la clase media americana a la que pertenece la mujer y de Manhattan, ya que trabaja en una Galería de Arte de Soho.  Fue una revelación en el Festival de Cine de Cannes y es un modelo de interpretación el trabajo de Jill Claybourg.




       Brian de Palma, autor de thrillers psicológicos, inspirados en el cine de Hitchcock, alcanzó un gran éxito con Carrie (1976) un film gótico de horror, que se desarrolla en un ambiente estudiantil, en el que una joven reprimida, gracias a sus poderes mentales, se venga de los autores de sus acosos. Su prestigio aumentó con Obsesión (1976)), homenaje a Hitchcock al contar como un viudo que viaja por Italia encuentra a una mujer, vivo retrato de su esposa muerta en un secuestro. Totalmente formalista, con movimientos constantes de la cámara, su obra está influida por el cine europeo.

        Con gusto experimental e influenciado por la “nouvelle vague”, realiza Peter Bogdanovich La última película (1971), una mirada nostálgica sobre el paso de la juventud a la madurez en una pequeña ciudad de Texas durante los años 50. Los ejes son el cine y la vida en este pueblo de la América profunda. El pasado fue mejor y de él solo queda un excéntrico “cowboy” y el cine que también se derrumbará, no sin proyectar Río bravo de Hawks. Desesperanza y monotonía para los jóvenes, subrayada por el tratamiento de los espacios rodados con gran angular y por los tiempos vacíos. Los jóvenes descubren la liberación sexual y el reclutamiento para la guerra de Corea.  Autor de películas ambiciosas, esta es la más perfecta y como le dijo Orson Welles. “basta una sola película sobresaliente para pasar a la historia del cine”.

       Bob Rafelson  opina que todo el mundo está marcado por sus familias, tanto si nos alejamos, como si nos integramos a ellas. Profundiza en la clase alta norteamericana en Mi vida es mi vida (1970). El joven, que interpreta Jack Nicholson, trabaja como obrero en unos pozos de petróleo en California y ante el próximo fallecimiento de su padre descubrimos que pertenece a una familia de músicos de la buena sociedad de Washington. El mismo es un gran pianista, profesión que dejó al sentir que no podía llegar al nivel artístico de su padre. Es una interesante reflexión sobre la frustración. Rafelson al terminar esta película declaró: “Hago el cine que está en mi cabeza, aunque agradezco que sea visto por el público. Esta película, algunos la interpretan como un episodio de un joven rebelde y otros como una saga familiar”.

  

Escuela de Nueva York

         En Nueva York, al tiempo, se rodaba un cine experimental y vanguardista. Liderados por Robert Drew y Richard Leacock un grupo de jóvenes directores había descubierto un estilo de reportajes, próximo al “cinema-verité”. La revista de Jonas Mekas “Film culture” fue la decisiva plataforma del New American Cinema Group. Uno de sus miembros, el entonces joven actor John Cassavetes, había sorprendido con la espléndida Shadows (1960), en la línea del cine de Godard, mostrando un Nueva York inédito con una atmósfera inhóspita y profundizando en los problemas de sus personajes representativos, entre los que se encuentran tres hermanos negros. La hermana de piel clara siente los perjuicios raciales. Rodada con un equipo ligero de 16 mm., bajo presupuesto y realizada con libertad de movimientos de cámara y naturalidad por parte de los actores. Ante su éxito volvió a rodarla en 35 mlm. y un planteamiento más comercial.



Un ejercicio muy personal realiza John Cassavetes, con una brillante interpretación de todos los actores, en Maridos (1970), sobre la reacción de tres hombres casados, de mediana edad, impresionados por la muerte de su mejor amigo. Tras su entierro se trasladan a Manhattan donde tratan de divertirse y acaban marchándose de fin de semana a Londres donde beben y cantan. Los tres amigos charlan sobre la tristeza y vaciedad de sus vidas, puede que asustados por la muerte o sencillamente desilusionados consigo mismos. Es un modelo de cine alternativo con ambición temática y un gran sentido del humor. Los protagonistas están extraordinariamente interpretados por Peter Falk, Ben Gazzara y el propio Cassavetes, que aportaron espontaneidad y realismo, improvisando los diálogos entre los tres actores en el rodaje, que duró un año.  

Terence Malick




               Realizador singular Terence Malick se le considera desde su primera película un director de culto, Malas tierras (1973) de una gran belleza debida a una fotografía natural. Describe los sentimientos con delicadeza y se inspira en un hecho real ocurrido en los años 50, cuando, en la realidad, dos jóvenes, Charles Carruther y Cari Ánn Fugate, recorrieron América, dejando un reguero de asesinatos. Este hecho inspira la película que inicia en Dakota del Sur donde Kit (Martin Sheen) con veinte años, decide marcharse con su novia Holly (Sissy Spacek), de 15 años. Ambos parten hacia las Badlands de Montana. Viajan en un automóvil, sustituto del caballo de los westerns clásicos, cometiendo en sus robos distintos asesinatos.

            Malik ofrece una visión pesimista de América y se nota que su protector fue Arthur Penn al recordar Bonnie and Clyde. Los asesinatos se presentan como una reacción, no una decisión previa, con carácter ambiguo, en línea con la mitificación popular de la pareja real, Carruther-Fugate.

                 La riqueza visual aumenta en Días de cielo (1978). Malick tiene conocimientos fotográficos y pictóricos, admirando la naturalidad de la iluminación de los grandes maestros, King Vidor o Josef von Stenberg. A Malcik le interesó la fotografía de El pequeño salvaje, contratando a Néstor Almendros, el habitual director de fotografía de Truffaut. Almendros al hablar de Días de cielo dice: “La fotografía es un homenaje a los creadores de imágenes del cine mudo a quienes admiro por su santa simplicidad”. Almendros suele utilizar referencias pictóricas, en este caso su inspiración procede de pintores norteamericanos, Wyeth y Dennis Hopper, y en n fotografías de los reporteros de la época que le facilitó Malick.

          La acción empieza en 1916, en Chicago, donde una pareja de amantes, Bill (Richard Gere) y Abby (Brooke Adams), ante la miseria de su situación deciden trasladarse a Texas. Llegan a un rancho haciéndose pasar por hermanos. El propietario (Sam Shephard) se enamora de Abby y aunque gravemente enfermo quiere casarse con ella. Los amantes aceptan pensando que mejorarán de fortuna a la muerte del  granjero, pero este no se muere y se desencadena por los celos la tragedia.

          La película no se rodó en Texas, sino en  Canadá, por razones económicas y de localización. Malick había encontrado al sur de la provincia de Alberta unos extensos cultivos que pertenecían a la secta de los hutteritas, que trabajaban con métodos primitivos y maquinaria anticuada, junto a  típicas construcciones. Los campos de trigo se adaptaban a la idea de Malick. Malick tras el éxito de Días de cielo se marchó a Francia donde estuvo veinte años dando clases de literatura inglesa, no volviendo a dirigir hasta 1998. 

Excelentes narradores 



     
               Un grupo de directores, con criterio más clásico, es autor de notables películas. Arthur Penn, con Pequeño Gran Hombre (L1970) consigue un film épico sobre la extensión norteamericana al Oeste y el cambio de vida a que fueron sometidos los indios Cheyennes. Narrativamente está construida con flashbakcs del relato que a un historiador, realiza Jack Crabb (Dustin Hoffman) de 121 años, único superviviente del ejército del General Custer, el psicomaniático, que estuvo al mando en la batalla de Little Big Horn. 

          Mike Nichols es autor de una piedra básica del cine norteamericano, El graduado (1967), comedia agridulce sobre las relaciones de un joven graduado (Dustin Hoffman,  en su primer protagonista), con su novia (Catharine Ross) y sobretodo con la neurótica madre (Anne Bancroft). La primera cita amorosa entre el joven y la madre es una e las más divertidas del cine. La película innova al presentar la incomunicación familiar y la confusión de la juventud.

      Sidney Lumet con Serpico (1973)  nos introduce, en un viaje lleno de realismo por las calles de Nueva York, al mundo de la corrupción y de la droga, innovador entonces y aun actual. El agente de policía Frank Serpico (Al Pacino) se enfrenta a las corrupciones en su propio cuerpo policial. La película comienza con Serpico herido, mostrando en flash-back fragmentos de la vida real de Nueva York, en estilo documental, adquiriendo después un tono de thriller brillante.

             Imágenes hipnóticas y preocupación por la corrupción social y política caracterizan a Alan J. Pakula. Asociado en sus inicios como productor con Robert Mulligan, tuvo un primer éxito con  Klute (1971) y define su estilo en Todos los hombres del Presidente (1976). Azota a Nixon y profundiza en el  escándalo del espionaje de Watergate, construyendo un intenso thriller político. Los dos periodistas del “Washington Post” interpretados por Robert Redford y Dustin Hoffman, forman parte de un reparto en el que todos actúan con un alto nivel, destacando, como en todo su cine, la soledad de los personajes.


Sam Peckinpah




       Fue recibido como uno de los grandes del cine del Oeste, después de Duelo en la Alta Sierra (1962), rodada en el grandioso Inion National Forest,  Californiay con la buena interpretación de Joel McCrea y Randolph Scott, en dos antiguos defensores de la ley, que aceptan custodiar el traslado del oro a un banco, pero uno de ellos tiene propósitos distintos. Peckinpah se convirtió en un maestro del cine violento, representante del “late western” que guarda relación con el cine del Oeste italiano-español.

    Al tono violento y al humor une la brutalidad sangrienta en Grupo salvaje (1969), en la frontera entre Texas y México, 1913, un grupo de veteranos forajidos decide dar un último golpe aprovechando la revolución mexicana. Más tarde realizó el ambicioso, Pat Garrett y Billy the Kid (1973). El sheriff Garret (James Coburn) debe capturar a su antiguo compañero de fechorías, Billy (Kris Kristofferson), al que terminará matando. Cuando el sheriff se aleja, cumplida su misión, un niño le apedrea. Film violento y un poco deslavazado, por lo que tras su estreno, Pekinpah realizó en 1989 un nuevo montaje, recuperando escenas de los descartes y aumentando su duración en 16 minutos. Esta nueva versión fue bien recibida por la crítica.

2.5.- Dos casos excepcionales

        Jerry Lewis y Woody Allen enlazan con el cine cómico de los primeros años, una etapa genial en la que los personajes creados eran a la vez grotescos y elegantes, pero siempre capaces de despertar la risa, la forma más humana de trascendencia. Aquellos films estaban dominados por la euforia, mientras que las obras de estos dos autores están presididas por la neurosis, lo que indica el cambio social y espiritual entre estas dos épocas.

Innovador y original, Jerry Lewis conoció el éxito como actor cómico al encarnar el papel del patoso americano. Tenía una voz característica y un talento personal que le llevó a la popularidad en radio y televisión con sus actuaciones formando pareja con Dean Martin. Ambos actúan en una divertida película de Frank Tashlin, Artistas y modelos (1955). Interpretan un escritor que en sus pesadillas recibe por telepatía informaciones, que traslada a su amigo, un pintor, que las convierte en “comics”, en el marco de Greenway Village.




Inicia su carrera como director con El Profesor chiflado (1963), con un  estilo de comicidad en la tradición del “comic” y del “gag” y un atractivo uso del color. Es una versión del Dr. Jekyll y Mr. Hyde en el campus de una Universidad norteamericana. Un profesor excéntrico (Jerry Lewis) es admirado por una joven discípula, Stella (Stella Stevens) y objeto de burla por algunos alumnos. El profesor descubre un elixir que le transforma en cantante, un ídolo del pop, dando lugar a equívocos humorísticos. Jerry Lewis la considera su mejor película.

Woody Allen

“¿Tiene entradas para mi estreno de esta noche, ya que vienen unos amigos? Perdone, que las pida con tan poco tiempo”, pregunta Woody Allen al taquillero. Este le responde,”Ningún problema, Mr. Allen, aquí tiene 400. Y como tiene mucha familia le puedo dar, 2500”. Woody Allen ironiza sobre la aceptación de sus películas en EEUU. Su humor crítico ha sido siempre bien apreciado en círculos intelectuales de EEUU, aunque Bananas (1971) fue considerada muy divertida por un sector amplio de público, con “gags” extraordinarios. Woody Allen participa en la revolución contra un dictador de Iberoamérica, con la intervención de una activista, una atractiva guerrillera, el FBI y la CIA.

       Menos fortuna tuvo con Todo lo que usted siempre quiso saber del sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972), film de “sketches” en el que sobresale el último, que al plantearse ¿qué es la eyaculación?, aparecen las operaciones de un centro de control, que en realidad no es más que el cerebro de un hombre que está haciendo el amor. 

               Evoluciona hacia “gags” visuales, aunque sigue su torrente de bromas e ironías verbales en El dormilón (1973), parodia futurista en la que un hombre, Woody Allen, ha permanecido hibernado doscientos años. Cuando le despiertan, tratan de utilizarle para contrarrestar un movimiento disidente. Woody Allen avanza con un guión más estructurado en La última noche de Boris Guschenko (1974), un ambicioso relato de un cobarde (Woody Allen) quien, en prisión por atentar contra Napoleón en 1812, repasa su vida. La crítica americana le acusó de influencias de “Guerra y paz” de Tolstoi y del cine de Ingmar Bergman, pero abría un nuevo periodo en el estilo de Allen.




       Se convierte en ídolo de las minorías con Annie Hall (1977). Woody Allen, un escritor que vive solo en Brooklyn, conoce a una cantante, Diane Keaton, con la que vive un romance. Es ya el universo de Allen, el que entusiasma a sus “fans”, romanticismo, calidez, humor inteligente, exposición de la dificultad de comunicación y  una actitud neoyorquina frente a Los Ángeles. Esta película, junto a El dormilón y La última noche de Boris Guschenko, con Diane Keaton, tienen ya la marca de su personal obra.

      El cine norteamericano actual aprovecha los hallazgos de estas décadas y ensaya nuevas formas y temas. Se generalizan los efectos especiales, surgen los “blockbisters”, las superproducciones para el verano y, aunque hay películas comprometidas, en cierto modo, una parte del cine y del público se infantiliza.


























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