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sábado, 22 de diciembre de 2018


        EL "NUEVO CINE" YUGOSLAVO. Novi film yugoslavo

          
  Rumania, Bulgaria y Yugoslavia, conocieron una ola de modernidad en sus cinematografías en los años 60, aunque fue el cine yugoslavo el más vanguardista. Entre los s años 60 y 90 el cine yugoslavo gozó d de gran prestigio,  su presencia era habitual en los Festivales de cine y Yuoslavia era in gran centro de producción cinematográfica. El autor más significativo es Dusan Makavejev que rompe con la trama convencional y construye una propia narrativa en Inocencia sin defensa (1968). Utiliza una película rodada en 1942, con Belgrado ocupado por los alemanes para una nueva versión, que interpreta el acróbata Aleksic, protagonista de la versión anterior. Era presentada en la propaganda de su tiempo, como “la triste y hermosa huérfana Nada arrojada por su desvergonzada madrastra en los brazos del feo y rico señor Petrovic, pero el gran amor de Nada, el acróbata Aleksic logra salvarla, tras una serie de excitantes y atrevidas aventuras”.




       Makavejev inventó una máquina del tiempo para realizar un nuevo montaje de este material, que enriqueció con nuevas secuencias en color. En estas secuencias. Makavejev dialoga con el director e intérpretes que trabajaron en aquella película, e incorpora documentales y noticieros en tono de encuesta, subrayando las escenas con una banda de música irónica. La película tiene el subtítulo de “Nuevo montaje de una vieja película, aumentado y comentado por Dusan Makavejev. Este estilo le valió el sobrenombre de “Braque del cine”. Los directores de mi generación provenimos de filmotecas, y hemos visto cientos de películas, gran parte vanguardistas, que utilizaban insertos de reportajes y secuencias de películas publicitarias. Esta técnica ha existido siempre, especialmente en el cine sociopolítico”, ha manifestado Makavejev.




             El estilo “collage” define su obra más representativa, Wilhelm Reich: los misterios del organismo (1968), una crítica dura contra la guerra y una llamada a la revolución sexual. Los protagonistas son una mujer dedicada a la política, que cree en la libertad sexual sin la cual la vida le parece un cementerio y un patinador ruso, cuyas vidas se yuxtaponen a una entrevista con Wilhelm Reich, que expone sus teorías sexuales,  y se combinan con imágenes de la revolución china y escenas de prácticas eróticas. El conjunto evoca el deseo de entendimiento entre la URSS y Yugoslavia y la necesaria fusión del marxismo y el psicoanálisis, que utiliza para explicar el estalinismo como la represión forzosa de la sexualidad.

            “El humor es un arma contra la represión, al igual que la verdad. Suelo combinar ficción y documentos contemporáneos y, aunque trato de evitar la narración convencional, todavía sigue en mi cine planteamiento, desarrollo central y desenlace”, dijo Makavejev, tras la exhibición de esta película.

                    Posteriormente, fuera de Yugoslavia, escandalizó sin superar sus anteriores películas. Sweet movie (1974) con la excusa de relatar los romances de una Miss Mundo y la capitana de un barco con la cabeza de Marx en la proa de su barco, ofrece un festival brillante de imágenes duras y eróticas. La influencia de Makavejev se extendió durante los 70, unida a la expansión contracultural.


Te acuerdas de Dolly Bell


             La gran explosión creativa se inicia a finales de los 70. Aparece un grupo de directores formados en La Escuela de Cine y Televisión (FAMU) de Praga, denominado Praska Filmska Skola o Praski talas (ola de Praga), del que también forma parte Makavejev. Entre ellos, Lordan Zafranovic, que fue premiado por la serie de sus primeros cortos, Posjije podne (Puska. 1968), estudia en FAMU  y causa admiración por la primera película de su trilogía bélica, Ocupación en 26 estampas (1978), un fresco sobre la sociedad croata anterior a la II Guerra Mundial y el ascenso del fascismo, en la que combina crudeza y lirismo.  Emir Kusturica, formado en la escuela FAMU de Praga, aporta imaginación e inventiva. Su cortometraje Guernica (1978), premiado en Karlovy Vary, cuenta como un niño judío que ve el cuadro de Picasso, crea su propio Guernica. Y su primera película sobre los problemas de un adolescente, ¿Te acuerdas de Dolly Bell? (1981), fue premiada en el Festival de Berlín.





       Goran Paskaljevic, formado también en FAMU de Praga, realiza un cine realista, independiente, dedicando sus primeras películas a reflexionar sobre el pasado de su país y revelándose con Un vigilante de playa en invierno (1976), acerca de las dificultades de los jóvenes para abrirse camino, El fluir de los sentidos (1979), que desvela la humanidad de un capitán que decide vivir en un asilo o El engañoso verano del 68 (1984), la evolución de un estudiante enamorado de su profesora de marxismo en el marco del turbulento verano revolucionario del 68. Y Goran Markovic, graduado en FAMU, excelente documentalista, considerado un clásico, uno de los directores más premiado, fue descubierto y aclamado por Educación especial (1977), duro retrato de los centros de menores, sus métodos y las distintas personalidades de los niños.






jueves, 6 de diciembre de 2018


DIRECTORES DE CINE  NÓRDICOS



       Había alcanzado notable influencia a través de tres directores, el sueco Victor Sjöström, actor y director de vigoroso poder expresivo, como La carreta fantasma (1921), sobre la novela de Selma Lagerlöf, en la que crea un clima de leyenda por medio de superposiciones, doble exposición y otros efectos especiales. Mauritz Stiller, también sueco, aunque nacido en Helsinki, director de matices, tanto en dramas como en comedias. Se consolidó con El tesoro de Arne (1919) e igual que Sjöstrom terminó trabajando en EEUU. Y Carl Dreyer, danés, que realizó parte de su obra en Suecia, caracterizado por la expresividad del rostro. Gertrud (1964) es un buen ejemplo de la forma de realizar “dreyeriana”, al contar el balance que hace la protagonista de su vida y de los hombres que ha amado. Las palabras evocan recuerdos y los silencios se tornan expresión al contemplar las imágenes.


Sonrisas de una noche de verano
                         

        A mediados de los 50 la innovación fue liderada por Ingmar Bergman. Es descubierto mundialmente con Sonrisas de una noche de verano (1955), plena de humor y filosofía vital, que recordó a Feder, a Shakespeare y sobre todo a Renoir en La regla del juego. El autor del guion y de los diálogos fue el propio Bergman, quien en Cannes declaró su admiración por Renoir, pese a no haber visto La regla del juego.  El séptimo sello (1956) marcó su estilo: iluminación, gestos y puesta en escena para   construir un laberinto de reflejos y emociones. Se convirtió en la persona más popular en Suecia por Secretos de matrimonio (1973), miniserie de televisión, convertida en un largometraje de tres horas. Son las confesiones de un hombre y una mujer, en una cabaña situada en una zona remota de pesca.


      Al acabar Gritos y susurros (1972), un intenso poema de amor y muerte, protagonizado por cuatro mujeres, una moribunda, sus dos hermanas y una sirvienta, un error de la policía fiscal le llevó  a una comisaría, en la que estuvo declarando cinco horas. Su disgusto fue tan profundo que, aunque el Gobierno sueco le pidió disculpas, decidió marcharse a París y luego a Múnich, donde rodó su siguiente película.




         “Es como el huevo de la serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir el reptil perfecto”. Esta frase de la película indica el propósito de Bergman en El huevo de la serpiente (1977). La acción transcurre en Berlín, en noviembre de 1923. La situación económica de la República de Weimar es pésima, hay huelgas y represión, se dispara la inflación, se extiende la miseria. En este ambiente se desarrollan las ideas nazis y Hitler toma el poder.

         Es el clima social y político de El huevo de la serpiente. Ha legado a Berlín, Abel Rosemberg (David Carradine), un judío norteamericano, de oficio trapecista, acompañado de su hermano y su esposa, Manuela (Liv Ullman). Al morir el hermano, Manuela se convierte en la compañera de Abel. Por sugerencia del Doctor Vergerus (Heinz Bennent) se instalan en una clínica. Manuela descubre que en la clínica se experimenta la “solución final”. Abel encuentra a Manuela muerta, comprende lo que está sucediendo, se rebela y al ser trasladado se escapa y se pierde entre un grupo de colegialas rubias.

       La película se rodó en los estudios Bavaria de Múnich, reconstruyendo una calle de Berlín, con su tranvía amarillo. “Ha sido mi película más cara, dijo Bergman, y he rodado quince semanas, cuando en Suecia no sobrepasaba las ocho”. El director de fotografía, que trabaja con Bergman desde 1959, Sven Nykvist, afirmaba: “los colores son grises, lo más parecido posible, al blanco y negro. Lo mejor es el no color para recrear 1923”. Esta atmósfera recuerda a Fritz Lang en M. el vampiro de Dusseldorf (M, 1931) y en El testamento del Dr. Mabuse (Das testament des Dr. Mabuse, 1933), aunque Bergman afirma que se inspiró en fotógrafos de la época, básicamente en Heinrich Ziller, autor de numerosas fotografías en Berlín, entre 1910 y 1928. 


Una historia de amor sueca


  Admiraba a Bergman, pero se consideraba totalmente distinto, Roy Andersson, con un gran humor y buscando la sonrisa.  Fue un director muy influyente con solo cinco largometrajes. Aunque rodó más de cien spots publicitarios. Le gustaban los planos secuencia. Trabajando el interior de los mismos como si fuesen cuadros. Entre los pintores le gustaban Brueghel, el viejo. Goya y el pintor expresionista Scholz. Se rebeló con Una historia de amor sueca (1969), costumbrista y neorrealista y consiguió la fama con Canciones desde el segundo piso (2000), influida por Fellini, primera de una brillante trilogía.




Elvira Madigan

        Entre un buen grupo de directores destaca Bo Wideberg que obtuvo el reconocimiento internacional por un film romántico basado en un hecho real, Elvira Madigan (1967), el intenso amor entre un teniente. Que abandona a su familia y una equilibrista de circo. El film recoge solo su corto verano en su huida a Dinamarca, entre bosques, praderas y lagos, antes de su trágico final. Y en 1971 un film social, Joe Hill, el fracaso de muchos emigrantes en EEUU. También inspirado en el hecho real de un emigrante sueco, que fue convirtiéndose en un agitador. En su celda, antes de su muerte, dejó escrito ¡No os lamentéis. Organizaros! Fue admirado por su lenguaje lírico y su estilo impresionista en la creación de ambientes-.